El presidente del Partido Popular (PP) ha lanzado hoy una contundente advertencia al Gobierno, asegurando que su formación, además de reformar, tendrá la misión de «sanar la democracia» en España. En un discurso cargado de críticas, el líder popular anunció que en septiembre presentará un «listado de leyes sanchistas a derogar y a sustituir» para que el primer día de un nuevo Gobierno popular sea el «último día de la etapa negra del sanchismo». «Tenemos una responsabilidad histórica y no podemos fallar», enfatizó.
El presidente popular insistió en la necesidad de una «limpieza total», argumentando que quienes ostentan el poder actualmente lo hacen por «miedo» y necesitan el Estado para «defenderse y esconderse» de futuras revelaciones. «Pues no tienen escapatoria: Todo se sabrá y todo se limpiará«, subrayó, rechazando cualquier «atajo» en este proceso.
Las críticas se centraron en el actual presidente del Gobierno, a quien acusó de convocar un mitin para «volver a mentir a los ciudadanos» y presumir de gobernar «sin mayoría, sin palabra, sin vergüenza porque solo tiene corrupción, mordidas y audios». Afirmó que Moncloa tiene al presidente «más débil, con menos apoyo social, que más ha degradado las instituciones y más rodeado de corrupción» de la historia de España.
El líder del PP no dudó en señalar a los colaboradores del presidente, indicando que «los que acompañaron a Sánchez están donde ya merecen: unos bajo el techo de la cárcel y otros, de momento, compartiendo el de los juzgados ‘y por eso han entrado ya en barrena'». Acusó a los socialistas de «comprar a un número suficiente» de partidos para mantenerse en el poder, a través de lo que denominó «mordida política», aunque aseguró que «los españoles ya no se dejan engañar más».
Recordó que el actual Gobierno «nació de la corrupción con una amnistía inmoral» y acusó al presidente de dar «galones y acceso al dinero público a una manada de sinvergüenzas«. Además, denunció que el Ejecutivo se corrompe de nuevo al «sacar a subasta los derechos y el dinero de la gente».
También se mostró muy crítico con el «cupo separatista», al que acusó de financiar únicamente el separatismo y la distancia con el resto de España. Enfatizó que el problema de Cataluña no es España, sino «la corrupción, la okupación, la inseguridad en las calles, o el difícil acceso a la vivienda». Su receta, zanjó, no es «cambiar de pasaporte», sino «cambiar de Gobierno».
Aseguró que el Ejecutivo de Sánchez «vende el Estado» para «comprar tiempo» en el poder, utilizando una política que «enfrenta a los ciudadanos entre sí»: «Mujeres contra hombres, inquilinos contra propietarios, empresarios contra trabajadores, alumnos contra profesores o españoles de un lugar frente a españoles de otro». Consideró «urgente» recuperar la convivencia con sentido común y responsabilidad.
El líder popular contrapuso el «respeto a la Justicia» de su partido con la actitud del Gobierno, al que acusó de «señalar a jueces e intentar eliminar la separación de poderes». «Lo decimos claro: En España no hay lawfare, hay delitos, hay delincuentes que los cometen y servidores públicos que los persiguen», afirmó con rotundidad.
Finalmente, adelantó que el PP «no ayudará al Gobierno», sino que lo «vigilará en el Parlamento» y lo «derrotará en las urnas», limitando el daño a la democracia. Describió al Ejecutivo actual como el del «apagón, de los Koldos, Leires y Jéssicas; de la corrupción, de la prostitución y de los ‘berrinches de la OTAN'». Reiteró que su partido proporcionará a España el Gobierno y las reformas que merece, y que «España recuperará el rumbo cuando cambie el Gobierno».
Enumeró sus prioridades para los 100 primeros días de un hipotético Gobierno del PP: regeneración democrática e institucional, vivienda, bajada de impuestos, salarios dignos, más médicos y sanidad, plan nacional del agua, lucha contra la inmigración ilegal, seguridad contra la okupación, política de Defensa y enseñanza en español en todo el país en convivencia con las lenguas autóctonas. Concluyó destacando el «éxito interno» del reciente Congreso Nacional del PP, que mostró un partido «unido y con fortaleza», demostrando ser la «alternativa» con un proyecto claro para España.
