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Los estudiantes han reconocido que esta actividad les ha resultado intelectualmente muy estimulante, incrementando su motivación e interés por las asignaturas, y que ha sido muy útil para mejorar su formación académica, ya que han aprendido tanto en el entorno universitario como en contacto con la propia realidad empresarial. También consideran que les ha permitido ampliar sustancialmente sus conocimientos, debido a una mayor profundización en los contenidos de sus propias asignaturas y a la aportación de las cuatro materias restantes, así como adquirir importantes capacidades altamente demandadas por la sociedad a los profesionales y difíciles de alcanzar con otros métodos de enseñanza.
Desde el punto de vista pragmático, todos señalan que ha sido muy satisfactorio ver que los contenidos aprendidos en la Universidad tienen utilidad en el mundo empresarial real. Por último, ponen de manifiesto que la actividad ha cumplido ampliamente sus expectativas y que la recomendarían a otros estudiantes.
Por su parte, las seis mujeres emprendedoras implicadas han valorado muy positivamente la iniciativa, y reconocen que el servicio de asesoramiento prestado por los estudiantes universitarios ha sido muy fructífero, así como crucial para resolver sus dudas y atender sus necesidades de información a la hora de perfilar mejor sus ideas de negocio, simular su viabilidad comercial, técnica y económico-financiera en el mercado, e implantar exitosamente sus proyectos de emprendimiento. Además, consideran que este tipo de actividades permite resolver un problema que afrontan muchas emprendedoras rurales una vez que tienen la idea de negocio y son incapaces de ponerla en marcha por falta de formación, experiencia o incluso información respecto a la gestión de cada fase del proceso emprendedor. Por otro lado, todas reconocen que participarían en un futuro en iniciativas de este tipo organizadas por la ULE.
Finalmente, tanto los estudiantes como las seis emprendedoras rurales participantes están de acuerdo con que la Universidad debería realizar más actividades interactuando con la sociedad y vinculando experiencias docentes con las necesidades reales de los ciudadanos, especialmente cuando éstos carecen de los conocimientos y las habilidades que se transmiten y trabajan en las aulas universitarias.
“En definitiva, -concluye Martínez Campillo-, los resultados de la experiencia de innovación docente desarrollada por este Grupo de Innovación Docente de la ULE avalan que el Aprendizaje-Servicio es una buena metodología para favorecer el desarrollo curricular, personal y social de los alumnos, así como para avanzar en uno de los grandes retos de la Universidad actual –la transferencia de conocimiento a la sociedad–, sugiriendo que sí es posible unir el éxito académico de los estudiantes con el compromiso social de la Universidad”.