La iglesia del Mercado despedía este viernes, tres de octubre, a una mujer que se convirtió en un verdadero icono de la Semana Santa de León. Menchu Manzano, popularmente conocida como la «manola blanca», falleció esta semana a los noventa y cuatro () años de edad.
Durante décadas, su figura nunca pasó inadvertida. Entre el negro de luto que recorría las calles de León en Viernes Santo, asomaba siempre ella, de blanco radiante, captando la atención tanto de los devotos de acera como de aquellos que procesionaban con el capillo puesto.
Nunca desveló el motivo de su singular vestimenta, y siempre se comprometió a llevárselo consigo a la tumba, como así ha hecho. Confesó en una de las pocas entrevistas que concedió en vida que su elección era personal y se debía a una promesa hecha «a la virgen de los Siete Cuchillos».
La viuda de Maudilio Soto eligió este atuendo para procesionar. Lo hizo entre rumores nunca confirmados y teorías que elevaban su condición a una bula papal concedida expresamente para que pudiera salir en procesión de esa guisa. «El motivo queda en mi intimidad y pertenece a mi interior. La virgen también va toda vestida de blanco», explicó en el medio Cazurrines.
Y a cada pregunta sobre el porqué de su color, su respuesta era contundente: «El blanco no hace daño a nadie. Es suave y dulce y yo lo llevo como si fuera luto también y me da igual».
La «manola blanca» confesó los problemas que la llevaron a dejar las proximidades de Nuestro Padre Jesús Nazareno, detrás de quien siempre procesionaba. Aseguraba que no agradaba a la cofradía ni al resto de manolas, «que me trataban fatal y a empujones hasta tirarme». Por ello, a su promesa de salir de blanco, sumó hace ya más de una década la de no volver a acompañar al paso.
«Se creen que León es suyo y es de todos los leoneses. No van a poder conmigo», mostraba esta mujer de talante insurgente que también cumplió otra de sus promesas: «Hasta el día que Dios me llame, lo voy a cumplir».
