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El Obispado de León celebra la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado

El Área de Migraciones y Movilidad Humana organiza una eucaristía especial este próximo domingo día 29 a las 17:30 horas en la Capilla de Santa Nonia

La Iglesia de León se sumará este próximo domingo 29 de septiembre a la celebración de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado desde el lema ‘Dios camina con su pueblo’ con una eucaristía especial organizada por la Delegación de Misión Samaritana a las 17:30 horas en la Capilla de Santa Nonia. El obispo Luis Ángel asegura que “la Iglesia, con esta Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, pone de relieve el vínculo de amor y ternura que Dios establece con los hombres en cada momento de la historia, y qué duda cabe que éste es un momento particular para mostrar cómo Dios se ocupa del migrante y del refugiado”, por lo que “tenemos que abrir cada vez más el corazón y ocuparnos de todos los migrantes y refugiados para poner en práctica esos verbos que el Papa Francisco desde hace años nos invita a conjugar: acoger, proteger, promover e integrar”.

PUNTO DE ENCUENTRO Y ACOGIDA

Desde el Área de Migraciones y Movilidad Humana de la Diócesis, que mantiene un punto presencial de encuentro, acogida y escucha en la calle Dámaso Merino de la capital leonesa, todos los sábados de 18 a 20 horas, se constata que “la realidad de la inmigración en la Diócesis es amplia, no se reduce a proyectos de acogida como el que promueve la fundación de San Juan de Dios en las instalaciones del conocido como ‘Chalet de Pozo’, aunque haya tenido una mayor repercusión mediática,  que está funcionando muy bien, y lo que tiene una mayor dificultad es la llegada de personas y familias que vienen sin red social que les oriente, de manera aislada, algo que hay que atender entre todos, tejiendo red de cooperación como se viene haciendo con entidades con las que se colabora como Cruz Roja, Accem o Cáritas”.

A esta orientación para consolidar en trabajo en red alude también el obispo Luis Ángel cuando indica que “en cada una de las comunidades cristianas y cada uno de los diocesanos, que como se plantea en el lema de este curso pastoral somos granos de un mismo pan, tiene un importantísimo papel de acogida, de protección, de integración porque tenemos que ser comunidades cristianas y personas acogedoras porque somos discípulos de Jesús y queremos vivir el Evangelio, de manera que seamos buena noticia para todos y especialmente de los más necesitados. Este es nuestro reto y sólo cabe la acogida, la protección, la promoción y la integración, y esto mirando al Jesús del Evangelio que es el que nos invita a vivir así y hacerlo así con nuestros hermanos”.

“COMUNIDADES ACOGEDORAS Y MISIONERAS”

Para responder a este reto señalado por el pastor diocesano resulta clave difundir e interiorizar la exhortación pastoral “Comunidades acogedoras y misioneras. Identidad y marco de la pastoral con migrantes” aprobada por la Conferencia Episcopal Española, con la invitación a “revisar cómo es nuestro camino, con quién caminamos o cómo nos relacionamos, para que aportemos a la sociedad la cultura de la vida, la dignidad humana y el bien común”.

Al señalar que “somos conscientes de que la movilidad humana es una de las señas de identidad de nuestra época”, el mensaje de los obispos de la Subcomisión episcopal para la Migraciones y la Movilidad Humana profundiza en la tradición bíblica y su visión dinámica de la historia humana como historia de salvación: “La misma Iglesia está fundada en Jesucristo y sus apóstoles y discípulos itinerantes, diversa y abierta al mestizaje. Jesús se identifica con todo hombre y mujer migrante, sobre todo con los más vulnerables y marginados, los primeros destinatarios de la buena noticia del Redentor”, subrayan los prelados. Por ello, constatan, que hoy, como ha sido siempre, seguimos al Señor Jesús en comunidad. “En comunidades pequeñas, territoriales o de referencia que conforman la misma Iglesia en todas partes. La catolicidad, que es una de las notas de la Iglesia, nos abre a la diversidad, al mestizaje que se ha hecho realidad en tantos momentos históricos y lugares, al encuentro de culturas, diversidad en armonía, unidad y no uniformidad. Nuestro tiempo lo pone cada vez más de manifiesto”.

Y en su mensaje destacan que “no podemos separar la vida de la fe; la práctica religiosa del actuar cotidiano; la luz del Evangelio de las tomas de decisión o posición política” e invitan a “revisar nuestra actitud y comportamiento personal y social respecto a los migrantes y extranjeros. No hablemos sobre ellos, hablemos con ellos”.

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