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El calor sofoca la comunicación: diez consejos para sobrevivir a la ola de calor sin perder los nervios

Un experto en comunicación de la Fundación Casaverde alerta sobre el impacto de la ola de calor en las relaciones personales. Presenta diez claves prácticas, desde la siesta hasta el uso de la palabra, para prevenir discusiones y mantener un diálogo fluido en pareja, familia y trabajo durante el verano.

En el corazón de la segunda ola de calor, las altas temperaturas no solo ponen a prueba nuestra resistencia física, sino que también afectan profundamente la manera en que nos relacionamos. La irritabilidad, el cansancio y la falta de descanso nocturno, típicos de estos días, se convierten en un cóctel explosivo que puede “quemar” la comunicación en el ámbito familiar, social y laboral. Para mitigar estos efectos, el experto en comunicación social Julio García Gómez, de la Fundación Casaverde, ha presentado un decálogo de consejos para refrescar el diálogo y mantener relaciones saludables.

Según García Gómez, la dificultad para concentrarse y relajarse, causada por el calor, afecta la fluidez verbal y gestual, lo que puede derivar en discusiones y conflictos por motivos triviales. Este problema se agrava especialmente en verano, cuando pasamos más tiempo conviviendo en pareja o en familia.

Para evitar que las relaciones se deterioren, el experto propone un decálogo de “pautas para la comunicación en verano” que funcionan como un “rayo de sol” para el diálogo personal.

Diez claves para una “comunicación saludable” en días de calor

  1. Aprovechar la siesta como un reinicio mental. La falta de descanso nocturno nos hace más irascibles. Un breve descanso después del almuerzo puede calmar la mente y renovar la disposición para una conversación positiva, evitando discusiones sin límite.
  2. Pausas de refresco emocional. Es crucial programar breves pausas de hidratación y relajación a lo largo del día. Estos pequeños descansos ayudan a bajar la temperatura emocional y a enfrentar los problemas cotidianos con una actitud más serena.
  3. Anclajes para vivir los mejores momentos. Proyectar mentalmente recuerdos de paisajes agradables o situaciones placenteras puede generar un estado de tranquilidad y bienestar que se reflejará positivamente en la relación con los demás.
  4. Contar del 10 al 1 antes de hablar. Antes de alzar la voz por enfado o irritación, es útil contar a la inversa del 10 al 1. Este simple ejercicio no solo evita una reacción impulsiva, sino que también obliga a la mente a concentrarse en una acción no mecánica, dando tiempo para pensar en una comunicación más constructiva.
  5. Planificar las horas de menos calor. Se puede crear un “Plan de Comunicación en Verano” (PCV) para programar los temas importantes. Las primeras horas de la mañana o el final de la noche, cuando las temperaturas son más frescas, son los momentos ideales para abordar diálogos trascendentales o más difíciles.
  6. Proteger a niños y mayores. La comunicación con los más jóvenes y los abuelos debe realizarse en las zonas más frescas de la casa y lejos del sol. Es importante dejar los móviles a un lado para fomentar el diálogo verbal y asegurar una hidratación adecuada para los mayores.
  7. Atención a los que trabajan bajo el calor. Personas en bares, restaurantes o con trabajos al aire libre tienen la comunicación como su herramienta principal. Reconocer su situación y ser pacientes puede mejorar la relación con ellos, ya que sufren especialmente los efectos del calor.
  8. Hablar lo justo y necesario. Para no sobrecargar la comunicación, es recomendable utilizar frases cortas y precisas. Evitar hablar en exceso y usar un tono de voz medio, ya que las voces altas desgastan y pueden “abrasar” la relación.
  9. No abusar de móviles y pantallas. El uso constante de dispositivos electrónicos no solo impide el diálogo personal, sino que también genera calor adicional, elevando la temperatura del ambiente y, por ende, nuestra irritabilidad.
  10. La comunicación saludable, con las pautas marcadas, ayuda a mantener una buena relación personal y mitigar el efecto negativo del calor. La antigua tradición de “tomar el fresco”, que practicaban nuestros abuelos, se hace ahora más necesaria que nunca en las noches de verano.
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