La mayor discriminación

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Ahora León / Isidro García Getino / Opinión

La escuela es algo muy importante PERO es un  MEDIO NO NATURAL (podría incluso decir no ecológico, pero no lo voy a decir para no extenderme).

La naturaleza no nos prepara genéticamente para la escuela. La naturaleza nos prepara para aprender naturalmente, para aprender de otros próximos, mediante imitación y mediante contemplación, exploración y asombro; el juego es el mejor preparador.

Resulta que los aprendizajes escolares no son aprendizajes naturales, son convencionales. Además de ser convencionales son complicados, antes de empezar con ellos exigen un equipamiento senso-motor desarrollado, agudo, afinado, ágil y bien integrado.  – ¿Te has dado cuenta que no he mencionado para nada que hay que ser inteligente, o tener un buen cerebro? -. Afortunadamente la inteligencia suele responder en el 98% de las personas; algo que no podemos afirmar de  los demás componentes que intervienen en el aprendizaje escolar y  que son los que hacen que este niño (cada niño) esté preparado  -o no-  para aprender lo convencional/escolar. ¿Dispone este niño del equipamiento (lote de herramientas psico-físicas) que necesita para aprender las complicadas destrezas, habilidades y estrategias convencionales de la escuela? Cuando empieza la escuela Primaria ¿Está el niño preparado para esos aprendizajes? ¿Tiene la madurez necesaria?

La respuesta a la pregunta que precede es obvia:

– A la edad de comenzar Primaria -los 6/7 años-  unos si y bastantes no; y nada tiene que ver que haya estado 3, 4 o 5 años en Infantil. En general no se prepara a los niños para el aprendizaje escolar-convencional-no-natural, -¡pero “el saco” es el mismo para todos y en ese saco se juega a la oca! –: Discriminación.

– A los 12 años unos pocos sí y los demás no; pero para entonces el instinto de supervivencia ya ha elaborado todo un elenco de estrategias: El espabilado que sale adelante “no se sabe cómo”. El vago que no quiere, aunque “podría si quisiera”. El que se dedica a “otras cosas”. El pobrecito desfasado que ya no recupera. El machacado con horas extras de “más de lo mismo”. El que abandona prematuramente porque “no aguanta más”. El reventador, incordiante, molestón, “insoportable”. El inquieto, inestable, descontrolado porque no soporta su propio desasosiego ya que nada en él está en su sitio, lleva muchos años “descolocado”. Y otros…Discriminación.

Hay que buscar culpables y se reparten las culpas en “cuartos”: Sociedad, padres, maestros y  los mismos niños. Al 25% = 100 ¡¡Resuelto!! Aquí no pasa nada. Es el Sistema Educativo, y si no función, pues mala suerte. Discriminación.

 ¿A qué distancia nos encontramos de que cuente la persona del niño, su desarrollo real, sus características y sus necesidades; que la escuela sea para los niños y no los niños para la escuela?

 No sé la respuesta, pero sí sé que se puede prevenir la discriminación. La discriminación está en  la política de “educación inclusiva” = todos al mismo “saco”. Y en el saco lo que hay es igual para todos,  todos al mismo tiempo, al mismo ritmo, “la misma comida” – aunque sean celíacos, diabéticos, polialérgicos, mocosos o bulímicos-  ¡¡Y el que no siga el paso, ración extra, “más de lo mismo” por los años de los años!! Eso es una enorme discriminación. El sistema educativo está discriminando al 30% de los escolares, no les da las oportunidades que  necesitan como persona, como aprendiz y como escolar. Y no se las da a su debido tiempo.
Nosotros abogamos por la prevención del fracaso escolar que es el auténtico y mayor discriminador.

Desde muy pronto, 4-5 años, profesores y muchos padres ven (o deben observar) que “algo en este niño no funciona bien”. Las habilidades y destrezas para lo convencional (lo escolar) no evolucionan  al ritmo regular que demanda la escuela. El fatídico  término inmadurez (o retraso madurativo) aparece pronto como bálsamo suavizante (el tiempo madura las peras pero no necesariamente a los niños).
Quizás el/la pediatra había observado, había visto, había sospechado, había comprobado…”¡ya madurará!”, “cada niño es diferente” (pero en la escuela va al saco), “unos tardan más y otros menos” (algunos se quedan). ¡Qué preciosa colaboración si la pediatría…! (pero ellos “son médicos”).
La “maduración” de los humanos es desarrollo (que no es lo mismo que crecimiento) y no es estacional. El retraso madurativo es un desarrollo que no va bien porque algo dentro (o fuera) del niño está poniendo barreras al proceso. Los obstáculos al desarrollo armónico de un niño pueden ser de muy diversa  índole   – los humanos somos muy complejos, tenemos un cuerpo tan maravillosamente complicado que uno se admira de que, en general, funcione todo de forma correcta en casi todos -.
Hoy sabemos algo, bastante quizás, sobre desarrollo de los niños, sobre lo que implica aprender y qué podemos hacer cuando encontramos barreras que están  obstaculizando el aprendizaje,  sobre todo el aprendizaje convencional/escolar de un niño. Una cosa es segura, y advertimos firme y con énfasis sobre ello: ningún niño antes de los 8 – 10 años es culpable de aprender poco o mal, de ser vago o de estar desmotivado. Generalmente tampoco tienen culpa los profesores y, salvo excepciones, los padres no son los obstáculos. Unos y otros necesitan aprender a VER.

Sucinta y parcialmente vamos a enumerar  obstáculos frecuentes, en el desarrollo de un niño, que le dificultan el aprendizaje escolar/convencional:

– El control del movimiento, que necesita de un conjunto de sentidos bien desarrollados, desde el vestibular y propioceptivo (sentidos internos) hasta los cinco sentidos externos, más: el ritmo, la orientación, las dominancias laterales y, en conjunto, la integración sensorial; algo que se da por supuesto y que a menudo es una carencia o déficit que provoca muchos problemas para aprender. “El movimiento desarrolla un sistema de equilibrio eficiente y un eficiente sistema de equilibrio controla el movimiento“ (Melodie de Jager, 2010).

– El bajo tono muscular de muchos niños que apenas hacen ejercicio.

– Problemas de audición y/o de visión. No hablamos de agudeza visual o auditiva, podemos ver y oír bien pero tener alteraciones en la visión o en la audición.

– Reflejos primarios activos que impiden un normal desarrollo y una buena integración sensorial.

Todo niño con uno o varios de los obstáculos anteriores mostrará inmadurez o retraso en sus procesos de  aprender.  Hoy podemos abordar y superar con cierta facilidad cualquiera  de las situaciones mencionadas. Tenemos que centrar nuestra mirada en el niño; el tiempo “un verano más” no es suficiente remedio, “más de lo mismo” suele provocar hastío, cansancio y  rechazo de los aprendizajes convencionales que son difíciles y   costosos; eso en el mejor de los casos, pues lo más frecuente es que logremos un niño convencido de su incapacidad, de su torpeza, de que él no vale para estudiar, ¡ya tenemos el fracaso escolar en ciernes! y la discriminación iniciada.

La observación de dificultades de aprendizaje, de retrasos evolutivos, de alteraciones motrices, sensoriales o de comportamiento en un niño, debe llevarnos a padres y maestros a cambiar nuestra mirada al niño. Empecemos por profundizar en la observación, después a compartirla entre ambos y, cuanto antes, buscar soluciones para una prevención eficaz del fracaso que discrimina.
Prevenir es siempre más práctico y más sabio que curar o llegar tarde.

El Método “Mente en Acción-Movimientos que Mejoran la Mente”, de la Dra. M.de Jager, aporta un grandísimo elenco de ayudas, sugerencias y procedimientos ampliamente ilustrados para abordar  los problemas apuntados. Lo que menos procede es no hacer nada porque eso es la mayor discriminación.