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La Junta de Castilla y León pone a disposición del sector agrario y agroalimentario, estratégico en la Comunidad, las herramientas necesarias para hacerlo más competitivo en un mercado cada vez más globalizado. De este modo, la Consejería de Agricultura y Ganadería ha diseñado el nuevo Mapa de Infraestructuras Agrarias con tres objetivos claros: crear riqueza en el sistema agrario y agroalimentario, mejorar el desarrollo socioeconómico y el medioambiental de las zonas rurales. El regadío y las concentraciones parcelarias han sido y siguen siendo uno de los pilares estratégicos del desarrollo rural y del equilibrio territorial. Este nuevo modelo de trabajo contará con una inversión superior a los 610 millones de euros en la Comunidad, de los cuales más de 80,2 millones de euros se ejecutarán en la provincia de Soria, lo que supone un 11 % del total.
La consejera de Agricultura y Ganadería, Milagros Marcos, ha presentado esta mañana el Mapa de Infraestructuras Agrarias para el campo soriano, con el cual se planifican de manera ordenada y transparente las concentraciones parcelarias y sus infraestructuras rurales, la modernización de regadíos y los nuevos regadíos en 1.467 explotaciones, que suponen más de 28.000 hectáreas en la provincia.
El Mapa de Infraestructuras Agrarias de Soria mejorará la productividad y la competitividad del sector agrario de esa provincia corrigiendo desequilibrios, especialmente en las zonas más desfavorecidas o con limitaciones; mejorando la rentabilidad de las explotaciones mediante un uso más eficiente de los medios de producción; y diversificando las producciones y mejorando su calidad, con la finalidad de adecuarse a las necesidades de los mercados. Mejorará, también, el nivel de vida de los agricultores al incrementarse la productividad, la competitividad y la renta agraria de sus explotaciones. Persigue, además, convertir el sector agrario en un sector atractivo para los jóvenes y mejorar el acceso de la mujer, así como potenciar el desarrollo de la industria agroalimentaria. El número de incorporaciones de jóvenes en zonas modernizadas es un 40 % superior y la inversión privada de los agricultores es un 36 % mayor.
Esta planificación ordenada de las infraestructuras agrarias tendrá, además, beneficios ambientales como la mejora de la eficiencia del uso del agua, el ahorro energético, la reducción de la contaminación difusa de origen agrario en aguas subterráneas y superficiales y del consumo de energías fósiles y la emisión de gases de efecto invernadero. Supone un ahorro, tanto de combustible como de reducción del CO2, del 25 %.