
Puede que no lo sepas, pero probablemente lo has experimentado: abrir el móvil sin saber por qué, revisar redes sociales sin interés real y terminar el día con la mente agotada. A esto los psicólogos ya lo llaman “síndrome de la pantalla vacía”, una nueva forma de fatiga digital que afecta sobre todo a jóvenes y trabajadores digitales.
📌 ¿Qué es el síndrome de la pantalla vacía?
Este síndrome describe un estado mental caracterizado por:
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Navegación sin propósito por redes sociales o contenidos irrelevantes.
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Sensación de desconexión emocional mientras se usa el dispositivo.
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Cansancio cognitivo incluso sin haber hecho tareas exigentes.
Según un estudio reciente de la Universidad Autónoma de Madrid, el 62% de los jóvenes entre 18 y 35 años reconoce sentir “agotamiento digital” tras pasar más de 6 horas frente a pantallas, muchas veces sin saber en qué se les fue el tiempo.
«La sobreexposición digital pasiva genera un vacío mental similar al estrés, pero sin estímulos claros. Es como correr una maratón sin moverse», explica la psicóloga clínica Silvia Monreal.
📌 Síntomas más comunes
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Irritabilidad y falta de concentración.
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Trastornos del sueño (por exposición a luz azul).
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Sentimiento de inutilidad o ansiedad tras usar redes.
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Dolor de cabeza o fatiga ocular.
📌 ¿Cómo combatir este síndrome?
Los expertos recomiendan algunas medidas simples pero efectivas:
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Programar descansos digitales cada 90 minutos.
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Usar el móvil solo con propósito claro (consultar algo, leer una noticia, responder mensajes).
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Desactivar notificaciones innecesarias.
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Establecer zonas libres de pantalla (mesa de comedor, dormitorio).
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Practicar “dieta digital” al menos un día a la semana.
📌 ¿Es un trastorno real?
Aunque no está reconocido aún como trastorno clínico, el síndrome de la pantalla vacía ya se estudia como parte de los efectos de la “sobrecarga digital” moderna. Asociaciones como la OMS y la APA han empezado a incluirlo en sus guías sobre bienestar digital.
🧠 Consejo final: No se trata de eliminar la tecnología, sino de usarla con conciencia y equilibrio. A veces, desconectarse un rato es la mejor forma de reconectar contigo mismo.