
Las lluvias y los cielos grises han marcado el comienzo del mes de marzo en gran parte de España. Si bien el mal tiempo suele asociarse con el invierno, las transiciones estacionales también pueden generar alteraciones en el estado de ánimo y, esta borrasca que anticipa la llegada de la primavera puede traer consigo cambios en los ritmos biológicos y en la producción hormonal, lo que puede generar fatiga, insomnio o sensación de inestabilidad emocional.
Las semanas previas al equinoccio suelen ser un período de adaptación para el cuerpo, un momento que se asocia con el renacer de la energía y el ánimo, impulsado por las expectativas de la llegada del buen tiempo. Sin embargo, cuando las condiciones climatológicas adversas se prolongan, pueden aparecer sentimientos de frustración y desmotivación que impactan negativamente en la salud mental. Factores como la reducción de luz solar afectan a la producción de serotonina, el neurotransmisor relacionado con el buen estado de ánimo, y favorece la liberación de melatonina, lo que puede generar cansancio y apatía. Aunque la fisiopatología del Trastorno Afectivo Estacional (TAE) todavía se desconoce y su incidencia no es muy alta, desde la Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría destacan que hay varios mecanismos que influyen de forma complementaria: la alteración del ritmo circadiano, la sensibilidad retiniana a la luz, el metabolismo anormal de la melatonina y la disminución de la secreción de neurotransmisores. Y es que, aunque este trastorno es más característico de zonas con inviernos largos y oscuros, episodios prolongados de lluvia y cielos cubiertos también pueden provocar síntomas similares. Además, el descenso repentino de temperaturas y la humedad tras un invierno anormalmente caluroso pueden incidir en personas especialmente sensibles a los cambios climáticos y amplificar sensaciones de cansancio o irritabilidad.
La Dra. Daniela Silva, especialista en Medicina Interna y E-Health Medical Manager de Cigna Healthcare España, indica que “la relación entre el clima y las emociones humanas es más complicada de lo que parece y depende, en gran medida, de las características individuales de cada persona. Por eso, es importante que tengamos en cuenta su posible impacto en nuestro estado de ánimo y en nuestra motivación diaria. La falta de luz natural y los días grises pueden generar sensación de fatiga, apatía e, incluso, afectar la calidad del sueño. Sin embargo, pequeños cambios en nuestra rutina, como maximizar la exposición a la luz, mantener hábitos activos y buscar momentos de confort consciente, pueden ayudarnos a contrarrestar estos efectos y mejorar nuestro bienestar emocional”.
Si bien no es posible controlar el clima, los expertos de Cigna Healthcare España proponen una serie de hábitos para minimizar su impacto sobre la salud mental:
- Un toque de color en un día gris. Aunque no está demostrado de forma científica, hay diversos estudios que sugieren que los colores pueden influir en el estado de ánimo. Así, la psicología del color -cromoterapia- propone el uso de tonos cálidos y luminosos, como el rojo, el amarillo o el rosa, para inspirar energía y ayudar a contrarrestar la sensación de apatía y tristeza.
- Evitar el modo “hibernación”. Es habitual que la lluvia invite a quedarse en casa, pero los expertos insisten en que mantener ciertas rutinas es clave para evitar la falta de motivación. Levantarse a la misma hora, acudir a la oficina en lugar de optar por el teletrabajo para mantener el contacto social con los compañeros o seguir yendo al gimnasio son pequeñas estrategias para mantenerse activo en los días grises.
- Convertir la comida en un refugio. Especias como la canela, el jengibre o la vainilla tienen propiedades que generan sensación de bienestar, por lo que incorporarlas en infusiones, postres u otros platos puede activar los sentidos y mejorar el estado de ánimo. También los cítricos como la naranja, el pomelo o el limón no solo aportan vitamina C, sino que su aroma fresco y vibrante ayuda a combatir la sensación de letargo propia de estos días oscuros.
- Maximizar la luz natural. A pesar del frío o la lluvia, salir unos minutos a la luz natural ayuda a regular los ritmos circadianos y mantener los niveles de energía. En el lugar de trabajo, en la medida de lo posible, se puede elegir un sitio junto a la ventana y subir las persianas para aprovechar al máximo la luz del exterior. Esto es especialmente importante si se trabaja con pantallas, ya que en días nublados es frecuente aumentar el brillo de estas, generando mayor cansancio ocular.
- Escapismo sensorial. Si el clima impide salir definitivamente, llevar la mente a otro lugar puede ser clave para salir de la monotonía y reducir la sensación de aislamiento. En este sentido, se puede crear un pequeño refugio dentro del hogar, reorganizando un espacio de manera diferente o eligiendo una actividad placentera -leer un libro, practicar la costura o trabajar en cerámica- acompañada de sonidos ambientales que teletransporten a otro entorno.