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La Universidad de León insiste: la clave contra los incendios no es la extinción, sino la prevención y la gestión del territorio

Un experto de la ULE subraya que los grandes fuegos se alimentan de la biomasa acumulada tras el abandono del medio rural y que la solución pasa por recuperar usos tradicionales como la ganadería extensiva y las quemas controladas.

La reciente ola de incendios que ha devastado amplias zonas de León y el noroeste de España ha puesto de manifiesto una vez más la vulnerabilidad de nuestros paisajes. Ante esta situación, la Universidad de León (ULE) advierte que el problema de los grandes incendios forestales no se combate solo con más medios de extinción, sino con una gestión preventiva y sostenida del territorio.

Según el doctor José Manuel Fernández Guisuraga, miembro del grupo de Ecología Aplicada y Teledetección de la ULE, España se ha convertido en uno de los países europeos más afectados por grandes fuegos, capaces de arrasar miles de hectáreas en cuestión de horas y de poner en riesgo poblaciones enteras.

Fernández Guisuraga aclara que, si bien el fuego no es ajeno a los ecosistemas mediterráneos, el problema actual radica en que la frecuencia, intensidad y extensión de los incendios ha superado los límites que los ecosistemas pueden soportar.

Factores y soluciones

El investigador de la ULE identifica tres factores clave detrás de la virulencia de los fuegos:

  1. El aumento de temperaturas y sequías provocado por el cambio climático.
  2. La acumulación de biomasa debido al abandono de los usos tradicionales en el medio rural.
  3. La meteorología extrema que, con calor, sequedad y viento, genera situaciones explosivas.

El experto explica que los antiguos paisajes en mosaico, con cultivos y praderas que actuaban como cortafuegos naturales, han sido reemplazados por «grandes extensiones de matorral y arbolado denso que alimentan incendios incontrolables». Por ello, destaca que gestionar el territorio de forma activa es esencial.

Entre las medidas más efectivas, el experto propone:

  • Recuperar los aprovechamientos agrícolas, ganaderos y forestales tradicionales.
  • Promover el pastoreo extensivo para mantener la vegetación a raya.
  • Apostar por la selvicultura preventiva y crear franjas de baja combustibilidad.
  • Fomentar actividades que mantengan vivo el medio rural.

Además, el doctor Fernández Guisuraga destaca el papel de las quemas prescritas o controladas, una herramienta que reduce drásticamente la carga de combustible y facilita la labor de los equipos de extinción cuando se desata un incendio.

El grupo de Ecología Aplicada y Teledetección de la ULE utiliza tecnologías avanzadas como la teledetección por satélite, drones y simulaciones informáticas para analizar los incendios y diseñar estrategias de gestión más efectivas.

Para finalizar, el investigador recuerda que el objetivo no es eliminar el fuego, sino conseguir que sea manejable y no se convierta en una catástrofe. «La verdadera clave está en gestionar activamente el territorio para reducir la carga de combustible. El futuro de nuestros montes, y con ellos la seguridad de nuestras comunidades rurales, depende de que sepamos gestionar hoy el riesgo de manera inteligente. En ese camino, la ciencia y la ciudadanía deben caminar juntas».

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