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La Junta apuesta por la anticipación a los malos tratos en la infancia

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Las consejerías de Familia e Igualdad de Oportunidades y de Educación presentan el ‘Protocolo de intervención educativa ante el posible riesgo y/o sospecha de maltrato infantil en el entorno familiar’, destinado por un lado a concienciar y formar al profesorado de los centros educativos de toda la Comunidad respecto a la detección precoz de estas situaciones y, por otro, a clarificar el proceso de intervención a seguir desde la sospecha del maltrato hasta su notificación. En este sentido, el Protocolo recoge las pautas de actuación tanto en el propio sistema educativo como para su notificación a los servicios sociales, bien a los CEAS en el caso de sospecha de maltrato leve o moderado o a las Secciones de Protección a la Infancia en los casos más graves. Con este protocolo se cierra el círculo respecto a los mecanismos de detección y coordinación dirigidos a los principales profesionales que pueden detectar estas situaciones.

 

La consejera de Familia e Igualdad de Oportunidades, Alicia García, y el consejero de Educación, Fernando Rey, han presentado el ‘Protocolo de intervención educativa ante el posible riesgo y/o sospecha de maltrato infantil en el entorno familiar’, una actuación con la que la Junta sigue avanzando en la prevención y lucha por la erradicación del maltrato infantil mediante el establecimiento de un marco permanente de coordinación entre los profesionales de ambas consejerías.

Para la Junta de Castilla y León, la protección de la infancia es una prioridad, y en esta protección son fundamentales las actuaciones de prevención, detección precoz e intervención ante posibles casos de maltrato infantil. Por ello las actuaciones se están centrando en aspectos clave como la revisión y mejora de los protocolos en los diferentes ámbitos ante posibles situaciones de riesgo y/o sospecha de maltrato infantil, que faciliten su detección precoz y notificación por los profesionales, o como el refuerzo a los mecanismos de coordinación y comunicación entre los profesionales para una mayor agilidad y eficacia en las intervenciones que deban realizarse para la protección del menor, todo ello enmarcado en un compromiso más amplio de impulsar la aplicación del protocolo marco de actuaciones en casos de maltrato infantil, aprobado en el marco del Observatorio de la Infancia, asegurando mecanismos de prevención y seguimiento de casos.

Un Protocolo que cierra el círculo en la detección para los profesionales

Desde la Junta se ha destacado la importancia del trabajo de los profesionales en la prevención y detección, aspectos que desde hoy se refuerzan y mejoran en el ámbito de la educación con este Protocolo con el que, además, se cierra el círculo respecto a los mecanismos de detección y coordinación dirigidos a los principales profesionales que pueden detectar estas situaciones.

En este sentido, ya se ha puesto en marcha un Protocolo de actuación en el ámbito sanitario para facilitar y agilizar la detección y, en su caso, derivación por parte de los profesionales sanitarios de casos de maltrato infantil en el ámbito familiar, tanto en Atención Primaria como en Atención Hospitalaria; y también con los profesionales de las entidades locales, donde se ha puesto en marcha un nuevo procedimiento de actuación en los casos de riesgo grave sin colaboración de la familia y se les ha proporcionado la formación necesaria.

A estos se suma desde hoy un protocolo con el que facilitar y reforzar la actuación y coordinación de los profesionales del ámbito educativo, desde el que se han notificado a los servicios sociales, en los últimos 5 años, 281 sospechas de maltrato infantil, que representan entre un 5 % y un 8 % del total de notificaciones recibidas. De estas 281 notificaciones de posibles situaciones de maltrato, después de las correspondientes investigaciones y evaluaciones, terminaron en expediente de protección 115 casos.

Protocolo de intervención educativa ante posible riesgo o sospecha

Los estudiantes pasan buena parte de su jornada en el centro educativo, allí aprenden a relacionarse, a convivir y a establecer vínculos afectivos con otros compañeros y con los profesionales que trabajen en el colegio o instituto. Además, los profesores conocen a las familias a través de múltiples contactos, ya sea en entrevistas individuales o grupales al inicio de curso, comunicaciones puntuales, etc. Esta situación genera que los docentes sean capaces de valorar la situación del estudiante, así como las redes familiares establecidas y las pautas educativas que se llevan a cabo.

Las actuaciones que contempla este Protocolo van a concienciar y formar al profesorado en su labor de detección precoz de situaciones de riesgo y/o sospecha de malos tratos en la infancia y en la adolescencia en el entorno familiar. Junto a esto, también clarifican el proceso de intervención a seguir desde la sospecha de maltrato hasta su notificación, al tiempo que facilitarán y mejorarán la coordinación interinstitucional. Para ello, el Protocolo recoge las pautas de actuación tanto en el propio sistema educativo como para su notificación a los servicios sociales, bien a los CEAS en el caso de sospecha de maltrato leve o moderado o a las Secciones de Protección a la Infancia en los casos más graves.

De esta forma, ante la sospecha de riesgo o malos tratos, cualquier docente de un centro educativo deberá realizar por escrito una comunicación al equipo directivo del mismo alertando de esta situación. Posteriormente, el director y su equipo deberán hacer llegar tanto a los Servicios Sociales como a la Dirección Provincial de Educación un documento con el caso. En el caso de que existan indicadores físicos, psíquicos y/o abusos sexuales que pongan en peligro al alumno, la intervención sería inmediata, incluso se podría solicitar el auxilio de los servicios de emergencia o la Policía Local, Nacional o la Guardia Civil.

Además, con la aprobación de este Protocolo, los centros educativos se comprometen a llevar a cabo actuaciones preventivas y mecanismos de formación que ayuden a desarrollar contenidos, habilidades y competencias para fomentar el buen trato entre los alumnos. En definitiva estrategias que ayuden a la identificación, notificación, seguimiento e intervención de estas situaciones, creando un clima de bienestar, confianza y seguridad para el estudiante.

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