La Comisión Europea ha publicado la actualización de su Cuadro de Indicadores Sociales y los resultados para España son motivo de preocupación: nuestro país no alcanza los estándares en 10 de los 17 parámetros analizados, evidenciando barreras estructurales en áreas fundamentales como la educación, la lucha contra la pobreza o la protección social. Estas deficiencias no solo agravan las desigualdades y la exclusión de las personas más vulnerables, sino que también plantean serios desafíos para garantizar el bienestar y la cohesión social de la población en su conjunto.
En este contexto, el Observatorio de la Vulnerabilidad y el Empleo de la Fundación Adecco ha analizado los datos presentados, ya que reflejan problemas estructurales que impactan directamente en el foco de su misión: la inclusión social y laboral de las personas que lo tienen más difícil, “Con este análisis queremos aportar información clave que resalte la urgencia de actuar, siendo las Administraciones Públicas y las empresas agentes estratégicos para promover un cambio real y duradero, que frene el avance de la pobreza y la exclusión social en España. Nuestra conclusión es muy clara: sin una apuesta seria por empleo inclusivo y sostenible en el tiempo, no podemos hacer frente a los niveles de exclusión social de nuestro país”, afirma Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco.
Pobreza, abandono escolar y mayor eficiencia de las políticas sociales: focos prioritarios
De todos los indicadores analizados, son cuatro los que presentan un nivel de riesgo y/o criticidad especialmente acusada: abandono escolar (13,7%, frente al 9,5% de la UE); tasa de riesgo de exclusión social (26% en España y 21,5% en la UE); pobreza infantil (32,2% frente al 24,7% de la UE) y eficacia de las prestaciones sociales para la reducción de la pobreza (17% frente al 41% de la UE).
“El gran desencadenante del desequilibrio entre España y Europa es el desempleo y la baja intensidad de trabajo en los hogares españoles, que limitan gravemente el acceso a recursos educativos, incrementa la presión socioeconómica de las familias y perpetúa la pobreza, derivando en abandono escolar, exclusión social y un ciclo intergeneracional de desigualdad. Frente a esta situación, es urgente e imperativo fortalecer nuestro modelo productivo y priorizar políticas activas de empleo que dinamicen el mercado laboral y capaciten a las personas en competencias con alta demanda, conectándolas con los nichos de empleo emergentes. Por el contrario, una extensión prolongada de los subsidios, sin un enfoque claro hacia la empleabilidad, puede ocasionar dependencia, potenciar la economía sumergida y generar desvinculación del mercado laboral, incrementando la vulnerabilidad de los hogares en España”, señala Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco.
Dicho de otro modo, el empleo es motor clave para mejorar el nivel de riesgo y/o criticidad de estos cuatro indicadores. En primer lugar, es un elemento crucial para reducir el abandono escolar porque proporciona estabilidad económica y reduce los riesgos psicosociales y emocionales en los hogares (entre otros) facilitando un entorno que favorece la continuidad educativa de los menores. Por otra parte, es innegable que desempleo y exclusión social van de la mano. De esta forma, la inclusión laboral es crítica para reducir la tasa de pobreza (general e infantil), porque asegura ingresos estables que mejoran las condiciones de vida, garantiza el acceso a recursos básicos y rompe el ciclo intergeneracional de exclusión social. Por último, el empleo es el principal mecanismo de protección social porque proporciona autonomía económica, promueve la inclusión social y genera recursos para financiar sistemas de bienestar, mientras que los subsidios, si no van acompañados de medidas que incentiven la búsqueda de empleo, no promueven la autosuficiencia en el largo plazo y provocan estancamiento.