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El profesor Ignacio Guerra, de la Escuela de Ingeniería Agraria y Forestal de la Universidad de León y miembro del grupo INMATECO (Ingeniería de Materiales y Eco-eficiencia) de la ULE ha destacado las dos principales investigaciones que están llevando a cabo con el objetivo de aumentar la durabilidad del hormigón y, con ello, contribuir a la eficiencia energética y la lucha contra el cambio climático. La primera de las investigaciones llegó tras un intercambio en Gante de una profesora de la ULE que allí vio cómo se utilizaban bacterias en el hormigón, concretamente del grupo Bacillus esféricos y otros similares, “que tienen la propiedad de que se introducen en el hormigón cuando se amasa y las bacterias quedan latentes”, luego cuando se produce una fisura, las bacterias “reciben oxígeno y empiezan su actividad metabólica y crean concreciones de carbonato cálcico y tapan la fisura”. Estas fisuras, expuso Guerra, “son el principio del fin del hormigón porque por ellas entra el aire, la humedad, los ciclos hielo-deshielo que van haciendo que la fisura progrese y el hierro que está dentro empieza a erosionarse y la capacidad resistente de una viga o de una columna, disminuye”. Se trata de una investigación que está “a escala todavía de laboratorio”, pero que ha dado resultados “prometedores”.
Por otro lado, el grupo INMATECO también trabaja en un proyecto que acaba de iniciarse dentro del marco europeo EURECA PRO, una asociación de universidades europeas entre las que está la ULE y en el que investigan “cómo utilizar óxido de grafeno para recubrir el hormigón”, hasta el momento se han hecho ensayos preliminares, pero consideran que “puede permitir conseguir que los hormigones tengan mejor durabilidad”.
HORMIGONES 100% RECICLADOS
La otra línea de investigación de INMATECO se centra en la reutilización del hormigón y así reducir la extracción de materias primas, para explicar la importancia de esta línea en cuanto a sostenibilidad medioambiental, Guerra aportó algunos datos: la construcción representa el 50 por ciento de las materias primas que se extraen de la naturaleza, en cuanto residuos suponen el 40 por ciento y en gases de efecto invernaderos, entre el 38-40 por ciento y el hormigón es el material de construcción más importante del mundo. Por ello, desde el grupo INMATECO decidieron investigar sobre este material porque “hay campo para mejorar mucho” y trabajan haciendo “hormigones ecoeficientes que intentan aprovechar residuos”, reutilizar los residuos de la construcción y que terminen en una escombrera, se trata, por tanto, de “buscar cómo utilizar esos residuos para fabricar otra vez hormigones que sirvan en las mismas condiciones que el hormigón convencional”.
En España, en cuanto al uso de hormigones reciclados, apuntó Guerra, la normativa “limita” hasta un 25 por ciento, pero en la Universidad de León están investigando con sustituciones de hasta el 50 por ciento e, incluso, han “seguido probando hasta un 75 por ciento y, recientemente, una compañera presentó los resultados de su investigación hasta el 100 por ciento, unos hormigones autocompactantes, 100 por ciento de sustitución”. La clave, añadió, es que “tienen que ser unos residuos tratados en la planta de residuos con gran calidad”. En este sentido, instó a las administraciones a ser más “exigentes” y que la legislación obligue “a ayuntamientos o administraciones a que, en las obras públicas o incluso a los constructores, utilicen una cuota de uso de residuos de construcción y demolición” porque “el hormigón es bueno, nuestros resultados han dado buenos hormigones, con buenas resistencias y buena durabilidad”.