Ahora León / Fuente: SINC
Una nutrida flota de sondas, rovers y otros dispositivos llevan décadas enviándonos información del planeta rojo. Aunque Marte parezca un mundo conocido, similar a algunas zonas desérticas de la Tierra, de su interior no sabemos prácticamente nada. La misión InSight, lanzada el sábado 5 de mayo por la NASA, resolverá muchas incógnitas al contar con instrumentos que perforarán su superficie y registrarán terremotos marcianos o ‘martemotos’.
“Esta y otras misiones estudiarán las condiciones que se encontrarán los astronautas dentro de veinte, treinta o cuarenta años”, explicaba José Miguel Mas, director del Centro de Astrobiología (CAB, CSIC-INTA), momentos antes de que despegara el cohete Atlas V 401 que transportaba a la plataforma robótica. La densa niebla que se extendía por la Base de la Fuerza Aérea Vandenberg de California (EE UU) no retrasó el lanzamiento, que se realizó con éxito a las 13:05, hora peninsular española.
Entre las mil personas que lo seguían in situ en la madrugada californiana había varios investigadores del CAB (Madrid), responsables de uno de los instrumentos del aparato, la estación medioambiental TWINS. “Podemos estar contentos porque la tecnología española va hacia Marte”, señalaba desde allí José Antonio Rodríguez Manfredi, investigador principal de TWINS, momentos después del despegue.
Con aplausos y caras de satisfacción, el público reunido en el centro de investigación madrileño respiraba tranquilo al observar que la nave había despegado sin contratiempos desde la costa oeste de EE UU, ubicación elegida por primera vez para una misión interplanetaria. La tensión volverá a repetirse dentro de unos seis meses, cuando el 26 de noviembre InSight aterrice sobre el planeta.
Como ocurrió con el robot Curiosity, volverán a vivirse los siete minutos de pánico aunque, en este caso, la maniobra será algo menos arriesgada. Si el rover, dado su mayor peso y sus dimensiones, tuvo que utilizar una especie de grúa que no se había usado antes para descender, InSight –que pesa 360 kilogramos y mide seis metros– se basará en una tecnología mucho más conocida.
“Se ha probado muchas veces y se basa en la misión Phoenix que llegó con éxito a Marte en 2008”, explica a Sinc Antonio Molina, investigador del CAB y miembro de TWINS. En este caso, un paracaídas y unos retropropulsores frenarán al aparato según se acerque al suelo marciano.