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Incendios en León: cómo los bosques se regeneran más rápido de lo esperado

Expertos de la ULE destacan la importancia de evaluar la intensidad del fuego para planificar la recuperación natural y reforestación de los ecosistemas afectados.

Tras la devastación causada por los recientes incendios en la provincia de León y otras zonas del Noroeste peninsular, el paisaje puede aparecer desolador, con troncos calcinados y suelos cubiertos de cenizas. Sin embargo, los ecosistemas terrestres atlánticos y mediterráneos de la Península Ibérica cuentan con especies vegetales adaptadas al fuego durante milenios, lo que favorece una recuperación sorprendentemente rápida.

José Manuel Fernández Guisuraga, doctor en Ecología de la Universidad de León, subraya que la regeneración de áreas dominadas por matorral tras un incendio suele ser “vigorosa”, logrando restaurar la cobertura vegetal en dos o tres años, mientras que la recuperación completa de los bosques de arbolado puede llevar décadas.

En ecosistemas dominados por robles, encinas o alcornoques, los primeros signos de regeneración aparecen apenas meses después del incendio gracias a la capacidad rebrotadora de estas especies. Los pinares mediterráneos, en cambio, dependen de semillas que germinan tras el calor del fuego, permitiendo una regeneración natural incluso sin intervención humana.

No obstante, Fernández Guisuraga advierte que en incendios de alta intensidad o en áreas afectadas repetidamente, la regeneración natural se ve comprometida. En estos casos, es necesario implementar medidas de emergencia para evitar erosión y realizar reforestaciones con especies autóctonas resistentes al fuego.

La clave, asegura el experto, es evaluar la intensidad o severidad del fuego en cada zona, ya que no toda la vegetación ni los suelos se queman de la misma manera. Esta evaluación permite priorizar actuaciones, desde estabilización de suelos con fajinas o acolchados de paja, hasta acompañar la regeneración natural en zonas menos afectadas.

“La regeneración natural es potente en la mayoría de los ecosistemas, pero debe acompañarse de actuaciones adecuadas y gestión preventiva para construir paisajes más resilientes. Cada incendio brinda la oportunidad de promover especies autóctonas más resistentes y mejorar la resiliencia del paisaje”, concluye Fernández Guisuraga.

Fuente
ULE
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