Con la llegada del otoño, Castilla y León se convierte en uno de los destinos favoritos para los amantes de la micología. Los bosques y pinares de la comunidad se llenan de aficionados que buscan setas comestibles, un recurso natural muy apreciado en la gastronomía local. Sin embargo, las autoridades autonómicas recuerdan la importancia de cumplir la normativa y extremar la precaución para evitar sanciones y riesgos para la salud.
Según la Junta de Castilla y León, la recogida de setas debe realizarse siempre con autorización en las zonas reguladas. Existen permisos de recolección recreativa y comercial, y su incumplimiento puede acarrear multas de hasta 3.000 euros. Además, los expertos recomiendan no arrancar las setas desde la base, sino cortarlas con navaja, para favorecer la regeneración del micelio y proteger el ecosistema.
Entre las especies más buscadas destacan el boletus edulis, la amanita cesárea y los níscalos (lactarius deliciosus), aunque no todas las setas del monte son comestibles. Cada año se registran casos de intoxicación por consumo de especies tóxicas, como la amanita phalloides, responsable de la mayoría de los envenenamientos graves en España.
Las autoridades aconsejan no consumir setas que no se identifiquen con total seguridad y, ante cualquier duda, acudir a los centros micológicos o asociaciones locales donde expertos pueden confirmar su comestibilidad. Además, se recomienda evitar bolsas de plástico, ya que impiden la correcta conservación del hongo; lo ideal es usar cestas de mimbre para permitir la dispersión de esporas.
Desde Ahora León y otros medios regionales como Noticias de León, se insiste también en la necesidad de mantener el respeto por el entorno natural, recoger solo la cantidad necesaria y no dejar residuos en el monte. Esta práctica sostenible no solo protege la biodiversidad, sino que garantiza que las futuras generaciones puedan seguir disfrutando de esta tradición.
En definitiva, la temporada micológica es una oportunidad única para disfrutar del campo, aprender y saborear los productos de la tierra, siempre con prudencia y conocimiento. La naturaleza ofrece un espectáculo único, pero su equilibrio depende del comportamiento responsable de cada visitante.