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Fundación Meñiños alerta de que 1 de cada 4 niños sufren acoso escolar

La Fundación, que impulsa varios programas de prevención y protección, visibiliza el acoso escolar como una forma de violencia que marca el desarrollo de miles de niños y niñas

Uno de cada cuatro niños y niñas en España ha sufrido bullying en su centro escolar. Esta cifra, que representa al 25% del alumnado, significa que en cada aula hay entre cinco y siete niños y niñas que han experimentado o están experimentando acoso escolar, una forma de violencia que deja huellas profundas en su desarrollo emocional, social y académico.

Fundación Meniños, a través de su iniciativa ‘Tenemos que estar a la altura’ pone el foco en esta realidad que, aunque ocurre a plena luz del día en patios y pasillos, permanece invisible para personas adultas.

Cuando el colegio se convierte en un lugar hostil

El bullying no es «cosa de niños». Es Diego, de 10 años, que finge estar enfermo cada lunes para no ir al colegio. Es Clara, que come sola en un rincón del comedor mientras escucha las risas de sus compañeras. Es Adrián, cuyos cuadernos aparecen rotos cada semana y cuyo estuche «desaparece» misteriosamente. Es Laura, que encuentra mensajes crueles sobre ella en el grupo de WhatsApp de la clase.

Son niños y niñas que viven con miedo, ansiedad y vergüenza. Que inventan excusas para no salir al recreo. Que bajan su rendimiento académico porque no pueden concentrarse. Que desarrollan problemas de sueño, dolores de cabeza o de estómago. Que pierden la confianza en sí mismos y en los demás.

«El acoso escolar no termina cuando suena la campana», explica Verónica Rivadulla, Directora de Fundación Meniños. «Las redes sociales han ampliado el escenario del bullying, convirtiendo el acoso en una experiencia que persigue a los niños y niñas las 24 horas del día, incluso dentro de sus propios hogares», añade.

La violencia que todos y todas vemos, pero muchos ignoran

Lo más preocupante del bullying no es solo su prevalencia, sino la respuesta que genera en el entorno. Estudios a nivel nacional indican que casi la mitad del alumnado reconoce que no hace nada ante las situaciones de acoso que sufren sus compañeros y compañeras.

Esta pasividad no es inocente. El silencio de los testigos perpetúa la violencia. La indiferencia del entorno se convierte en complicidad. Y mientras tanto, los niños y niñas que sufren acoso se sienten cada vez más solos, incomprendidos y desprotegidos.

En las aulas donde Fundación Meniños desarrolla su labor educativa, los y las profesionales son testigos de cómo el bullying se manifiesta de múltiples formas: insultos, burlas, exclusión social, agresiones físicas, rumores, ciberacoso… Todas ellas dejan cicatrices que pueden acompañar a una persona durante toda su vida.

Las consecuencias invisibles del acoso escolar

El bullying genera un impacto devastador en el desarrollo de los niños y niñas. Las investigaciones demuestran que los niños y niñas que sufren acoso escolar tienen:

  • Mayor riesgo de desarrollar ansiedad, depresión y otros problemas de salud mental
  • Descenso significativo en su rendimiento académico y mayor riesgo de abandono escolar
  • Dificultades para establecer relaciones sociales saludables
  • Baja autoestima y sentimientos de inadecuación que pueden persistir en la vida adulta
  • En casos extremos, pensamientos de autolesión o ideación suicida

«No estamos hablando de conflictos puntuales entre iguales, sino de situaciones de violencia sistemática que pueden destruir la autoestima de un niño o una niña», subraya Rivadulla. «El acoso escolar es una forma de maltrato que tiene consecuencias a largo plazo en la vida de quienes lo sufren».

Prevenir desde las aulas: la respuesta de Fundación Meniños

Ante esta realidad alarmante, Fundación Meniños ha desarrollado programas educativos específicos para prevenir la violencia en las aulas y promover el buen trato desde edades tempranas.

El programa educativo “AXIA, o Universo do Bo Trato” llega a las aulas de 1º y 2º de Educación Primaria con el objetivo de  fortalecer el bienestar emocional y promover la salud mental, fomentando la convivencia positiva y la prevención de la violencia a través del cuidado y de las relaciones saludables.

La iniciativa implica a toda la comunidad educativa (alumnado, profesorado y familias) en una experiencia vivencial que ayuda a los niños y niñas a reconocer y expresar sus emociones, así como a desarrollar habilidades de convivencia basadas en el respeto y la responsabilidad afectiva.

AXIA apuesta por convertir las aulas en espacios protectores y saludables, donde cada niño y niña se sienta visto, escuchado y acompañado en su desarrollo emocional. A través del juego, la narrativa y la participación activa, el proyecto favorece la creación de entornos escolares que cuidan la salud mental infantil y fortalecen los vínculos de confianza y apoyo mutuo.

«Colexio do Benquerer» complementa esta labor con alumnado de 5º y 6º de Primaria, trabajando la educación afectivo-sexual basada en la igualdad, la confianza, el respeto y la diversidad. Porque muchas veces el bullying tiene su origen en la no aceptación de la diferencia, en los estereotipos de género o en la intolerancia hacia quienes no encajan en los moldes establecidos.

«La prevención es la clave», explican desde Meniños. «Cuando trabajamos en la construcción de entornos de buen trato, estamos evitando que se normalicen conductas violentas y estamos dotando al alumnado de herramientas para identificar el acoso, defender a las víctimas y construir una cultura de respeto».

«Tenemos que estar a la altura», un compromiso basado en el respeto, el cuidado y el diálogo

Ante el bullying, no hay testigos inocentes. Padres, madres, docentes, compañeros y compañeras, y la sociedad en su conjunto tienen la responsabilidad de crear entornos escolares seguros donde todos los niños y niñas puedan desarrollarse sin miedo.

«Tenemos que estar a la altura» es una llamada al compromiso. Porque detrás de ese 25% hay miles de niños y niñas que necesitan que las personas adultas de su entorno estén atentas, que escuchen, que actúen. Porque el acoso escolar no se combate solo con protocolos, sino con una cultura de buen trato que impregne cada rincón de nuestros centros educativos.

La iniciativa de Fundación Meniños busca concienciar a la ciudadanía sobre la necesidad de que los niños y niñas crezcan en entornos libres de violencia. No solo en el ámbito familiar, sino también en el escolar, donde pasan gran parte de su tiempo y donde se construyen las bases de su desarrollo social y emocional.

Durante más de treinta años, Fundación Meniños ha trabajado para transformar la realidad de la infancia y adolescencia en situación de riesgo y desprotección. Su filosofía del «buen trato» implica crear entornos donde los niños y niñas no solo estén protegidos, sino donde puedan desarrollar plenamente su potencial en un ambiente de protección, cuidados y oportunidades.

Señales de alerta y cómo actuar

Fundación Meniños recuerda algunas señales que pueden indicar que un niño o niña está sufriendo acoso escolar:

  • Cambios bruscos en su comportamiento o estado de ánimo
  • Rechazo a ir al colegio o excusas frecuentes para faltar
  • Descenso inexplicable en el rendimiento académico
  • Aislamiento social, pérdida de amistades
  • Síntomas físicos sin causa aparente (dolores de cabeza, de estómago, insomnio)
  • Ropa o material escolar dañado o perdido con frecuencia
  • Llegada a casa con golpes o heridas que no sabe explicar

«Si detectamos cualquiera de estas señales, es fundamental actuar. Escuchar sin juzgar, creer al niño o niña, informar al centro educativo y buscar apoyo profesional si es necesario», explican desde la Fundación. «Ningún niño ni niña debería enfrentarse solo al acoso escolar».

Cuando nuestro hijo o hija puede ser quien acosa

Por otra parte, la parentalidad positiva implica valorar con valentía la posibilidad de que sea nuestro hijo o hija quien esté ejerciendo acoso. Señales como cambios en su comportamiento (más agresividad o actitud desafiante), objetos o dinero en casa que no son suyos, actitudes de superioridad o desprecio hacia otros compañeros o compañeras o llamadas del centro educativo sobre problemas de convivencia, deben alertarnos. Ante esta sospecha, es crucial actuar desde la calma y la responsabilidad: escuchar sin justificar su conducta, transmitir que el acoso es inaceptable, colaborar estrechamente con el centro educativo y buscar ayuda profesional. No se trata de etiquetar al niño o niña, sino de enseñarle empatía, límites y respeto. Reconocer el problema es el primer paso para reconducir la situación y evitar que se perpetúe un patrón de violencia que marcará su desarrollo. Como familias, tenemos la responsabilidad no solo de proteger a las víctimas, sino también de educar para que no haya personas agresoras.

Una invitación a crear entornos de buen trato

«Tenemos que estar a la altura» no es solo un lema, es un compromiso con la infancia. La Fundación invita a toda la comunidad educativa y a la ciudadanía a conocer más sobre esta realidad y a sumarse a la construcción de entornos escolares seguros a través de www.tenemosqueestaralaaltura.com.

Porque cada niño y cada niña tiene derecho a ir al colegio sin miedo. Porque el 25% son miles de razones para actuar. Porque la prevención de la violencia en las aulas es responsabilidad de todos. Porque todos y todas tenemos que estar a la altura.

 

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