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Forestalia hace un alto en la producción

La parada de producción de la central de Forestalia cuestiona su viabilidad sin fondos públicos

Después de escasamente tres años de funcionamiento, Forestalia hace un alto en la producción, con lo que no sólo presiona para que la subvención del Estado pase de 58€ a 70€ por tonelada de biomasa, sino que evidencia un grave error de cálculo de los costes y un ineficaz análisis de viabilidad con el que fue dado de paso un proyecto sin las suficientes garantías. Esto supone que sin la ayuda de estas retribuciones públicas las centrales de biomasa no son rentables con respecto a otras fuentes de producción energética.

Mientras, los profesionales de la agricultura berciana se quejan de que los restos de poda de sus cultivos no se recogen y que la biomasa empleada en la central son arboledas completas que se talan a matarrasa, dato este último que se puede comprobar visitando el Parque de Combustible de la empresa.

Por su parte, el Presidente de la Junta de Castilla y León, reconocía el varapalo económico que ha supuesto la paralización de esta actividad surgida desde el principio de fondos públicos, pues es firme defensor de la explotación energética de la biomasa para “evitar incendios” (“puesto que no puede incendiarse un bosque talado al ras”, apostillan desde Bierzo Aire Limpio”).

El error de costes es más que evidente, pero aún quedaría por cuestionar cuánto más tendrá que subir esta subvención en los sucesivos años para cubrir unos costes que se revelan ahora dependientes del precio del combustible fósil.

Forestalia se crea a pesar de las dudas manifestadas por numerosos colectivos ecologistas, como Bierzo Aire Limpio, que mantuvo varios pleitos contra las autorizaciones de la planta y a día de hoy sigue recurriendo en los tribunales contra la autorización de uso excepcional de este proyecto. Entre las razones esgrimidas por Bierzo Aire Limpio, se encuentran los daños ambientales y sanitarios derivados de una actividad que, entienden, de “renovable” solo tiene el nombre, pues “renovable” significa que se repone a una tasa más alta que la tasa en la que se consume. Sin embargo, además de que la incineración de biomasa incrementa los niveles de dióxido de carbono en periodos muy cortos de tiempo, recuperar ese bosque talado con sus beneficios y efectos protectores (servicios de los ecosistemas) tardará una media de 100 años. Entre los efectos abundan en la importante pérdida de suelo que se produce con las talas a matarrasa, algunas en plena época estival y, como ocurre con frecuencia en la comarca berciana, en zonas con pendientes muy pronunciadas.

Por otro lado, la incineración de biomasa es perjudicial para la salud, siendo uno de sus principales efectos, que el sector no asume, la emisión de gases contaminantes (como el monóxido de carbono y dioxinas, por ejemplo) y partículas ultrafinas implicadas en enfermedades cardiorrespiratorias.

Como se ha constatado este verano, la incineración de biomasa no es viable económicamente, ya que, a los gastos relacionados con las tareas dependientes de los combustibles fósiles, hay que añadir los gastos sanitarios derivados de una actividad que contamina el aire, sin olvidar que la extracción de biomasa choca con otras formas de explotación forestal menos impactantes, como puede ser el ecoturismo, recolección de setas y frutos, etc.

La razón de ser de Forestalia en El Bierzo fue, al parecer, la creación de puestos de trabajo, sin embargo, ahora el sector se declara incapaz de sostener económicamente la actividad. Es patente que la situación tiene numerosas similitudes con un pasado no muy lejano que ha dejado cicatrices sociales y económicas de gravedad en la comarca berciana y, con esa fecha de caducidad encima de la mesa, más de uno se preguntará cuánto tiempo va a ser sostenida esta actividad hasta que se certifique su nula sostenibilidad.

La asociación ecologista declara que es insólito que las asociaciones ciudadanas como BAL sean las que estén velando por el medio ambiente y por la salud de la ciudadanía, cuando deberían ser las administraciones, con su equipo técnico a la cabeza, las que lo hicieran, sin embargo, ni siquiera son capaces de vislumbrar los previsibles problemas económicos, ambientales y sociales que plantean las empresas caza-subvenciones.

Finalmente, manifiestan también su hartazgo, ante lo que consideran dejación de responsabilidades y funciones de las administraciones, que dan paso a proyectos que adolecen de las condiciones ambientales y requisitos técnicos mínimos, para proteger la salud pública y el medio ambiente en el que vivimos la ciudadanía y ni siquiera ofrecen garantías de viabilidad económica.

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