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Expertos alertan sobre los riesgos para la salud del pie ante el uso del calzado inadecuado

Con la llegada del calor, el cambio a un calzado más ligero y fresco es un rito inevitable. Buscamos comodidad y transpirabilidad, pero ¿sabemos realmente lo que necesitan nuestros pies durante los meses de verano?

En iQtra Medicina Avanzada, cada temporada observan un preocupante repunte de consultas por molestias y lesiones directamente relacionadas con una mala elección del calzado estival.

«El mal diseño, la elección inadecuada o el uso prolongado de cierto tipo de calzado son causas frecuentes de sobrecarga articular y dolor en los pies. Muchos pacientes acuden por dolencias que podrían haberse evitado simplemente prestando más atención a lo que calzan», explica el Dr. Ángel Villamor, director médico de iQtra. Esta advertencia subraya la importancia de no subestimar el impacto del calzado en la salud de nuestros pies, especialmente cuando las temperaturas invitan a opciones aparentemente más cómodas pero potencialmente perjudiciales.

El Dr. Villamor insiste en que el calzado veraniego debe ser transpirable y cómodo, sí, pero también funcional y respetuoso con la anatomía del pie. «Cuando suben las temperaturas, nuestros pies actúan como radiadores. Se produce una vasodilatación en la zona para facilitar el enfriamiento del cuerpo mediante la evaporación del sudor. De ahí la hinchazón típica del verano. Por eso, es esencial elegir un calzado que acompañe este proceso fisiológico y no lo entorpezca», detalla el especialista. Un calzado inadecuado puede agravar la hinchazón y generar presiones innecesarias, comprometiendo la circulación y el confort.

Cuatro claves para elegir el calzado de verano y evitar lesiones

Para ayudar a los ciudadanos a proteger la salud de sus pies durante el verano, el Dr. Villamor ofrece cuatro consejos fundamentales que van más allá de la estética y la moda:

  1. Las chanclas, solo para trayectos muy cortos: Las clásicas chanclas abiertas, tan populares en verano, requieren un esfuerzo no natural del pie. «Con cada paso, los dedos se ven obligados a hacer un gesto forzado hacia arriba para sujetar la suela. Esto genera una sobrecarga en músculos que no están preparados para esa función«, explica el Dr. Villamor. Su recomendación es clara: utilizar chanclas exclusivamente para distancias muy cortas, como ir a la piscina o a la playa, y, si es posible, optar por modelos que cuenten con sujeción en el talón o el tobillo para evitar ese esfuerzo de agarre. El uso prolongado de este tipo de calzado puede derivar en fascitis plantar, tendinitis o dolor metatarsal.
  2. Nada de calzado completamente plano: Aunque sean una opción común y aparentemente inofensiva, el calzado sin tacón ni soporte, como muchas sandalias planas o bailarinas, no es una buena elección para la salud del pie. «Nuestra anatomía agradece un apoyo elevado en el arco plantar. El calzado plano no lo ofrece, lo que puede derivar en molestias en el arco, talón e incluso en la espalda«, señala el experto. Lo ideal es que el calzado tenga una suela con el arco levantado o, al menos, un tacón de unos tres centímetros que permita apoyar correctamente esa zona del pie, distribuyendo mejor el peso corporal y reduciendo la tensión sobre la fascia plantar.
  3. Espacio suficiente para los dedos: La moda, a menudo, prioriza el diseño sobre la funcionalidad, y esto es evidente en los zapatos en punta o demasiado estrechos. «Los juanetes y otras deformidades en los dedos se ven favorecidos por este tipo de calzado. El pie necesita libertad de movimiento para que los dedos puedan extenderse y contraerse de forma natural al caminar», advierte el Dr. Villamor. Un espacio adecuado para los dedos previene la compresión y la fricción, que pueden causar dolor, callosidades y deformaciones permanentes. En caso de molestias persistentes o sospecha de problemas estructurales, el especialista recomienda realizar un estudio biomecánico de la marcha y valorar el uso de plantillas personalizadas que corrijan la pisada y mejoren la distribución de cargas.
  4. Firmeza en el enfranque: Este es un detalle técnico, pero crucial para la salud del pie. «El enfranque es la parte central del calzado, entre el talón y el antepié. Si es demasiado blando y flexible, el zapato pierde su ergonomía y no proporciona el soporte adecuado. Esto puede generar sobrecargas, especialmente en las articulaciones del antepié«, apunta el doctor. Esta característica suele estar bien resuelta en el calzado deportivo, que está diseñado para soportar impactos y movimientos. Sin embargo, el Dr. Villamor aconseja tener en cuenta la firmeza del enfranque en cualquier tipo de zapato veraniego, incluidas las sandalias y las alpargatas, para asegurar una pisada estable y proteger las articulaciones.

Escuchar a los pies es prevenir lesiones

Cualquier dolor o molestia al caminar es una señal de alarma que no debemos ignorar. Elegir bien el calzado no es solo una cuestión de comodidad o estética, sino una forma sencilla y efectiva de prevenir problemas articulares y musculares que pueden afectar significativamente nuestra calidad de vida a largo plazo. Un dolor recurrente en los pies puede repercutir en las rodillas, las caderas o incluso la espalda.

«En verano no deberíamos sufrir por culpa del calzado. Con unas pautas básicas y un poco de atención, es posible cuidar la salud de nuestros pies sin renunciar al confort ni a la estética», concluye el Dr. Villamor desde iQtra Medicina Avanzada. La prevención es la clave para disfrutar plenamente de la estación cálida sin comprometer la salud podal.

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