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Estrés y calor amenazan tu descanso: Las peligrosas consecuencias de la falta de sueño

El estrés y las altas temperaturas se han convertido en los principales enemigos de un buen descanso, afectando significativamente la calidad del sueño, un pilar fundamental para el correcto funcionamiento físico y mental.

cias cognitivas y emocionales.

La falta de sueño es un problema cada vez más extendido: la Sociedad Española de Sueño (SES) estima que cerca del 30% de la población se despierta a diario sin haber descansado bien. Esta situación no solo compromete el bienestar diario, sino que aumenta el riesgo de desarrollar trastornos físicos y mentales. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda dormir entre 7 y 9 horas por noche. Dormir menos de seis horas de forma habitual se asocia con una peor calidad de vida y un mayor riesgo de deterioro cognitivo a largo plazo.

Cómo el calor y el sstrés sabotean tu noche

Por un lado, las altas temperaturas reducen considerablemente la duración y calidad del sueño, duplicando la prevalencia de sueño corto (menos de 6 horas). Esto se debe a que el cuerpo necesita bajar su temperatura para conciliar el sueño. En ambientes cálidos, el organismo debe activar mecanismos compensadores, lo que impide una relajación adecuada y altera el ciclo natural de sueño-vigilia.

Por otro lado, el estrés no solo dificulta conciliar el sueño (aumenta la latencia), sino que lo fragmenta, generando una persistente sensación de agotamiento. El estrés activa el sistema de alerta del organismo, elevando los niveles de cortisol y adrenalina, hormonas que interfieren con el descanso y provocan despertares nocturnos. Según el Cigna International HealthStudy, el 55% de la población española identifica el estrés como la principal causa de interrupción del sueño, especialmente entre mujeres (53%) y personas de entre 45 y 59 años (55%).

Ambos factores, si se mantienen en el tiempo, no solo deterioran la calidad del sueño, sino que impactan directamente en la función cognitiva, afectando la memoria, la atención y la regulación emocional, lo que dificulta el rendimiento diario y aumenta el riesgo de problemas de salud mental.

Consecuencias clave de un descanso deficiente

La Dra. Daniela Silva, especialista en Medicina Interna y E-Health Medical Manager de Cigna Healthcare España, subraya que «dormir es un proceso fisiológico esencial para la recuperación y el equilibrio del organismo». La hiperactivación provocada por el estrés impide al cerebro alcanzar las fases profundas del sueño y la fase REM, cruciales para una restauración óptima.

Según los expertos de Cigna Healthcare, estas son las cinco consecuencias más frecuentes de un descanso no reparador:

  1. Deterioro de la memoria: El sueño profundo es vital para procesar y consolidar la información. Su interrupción reduce la capacidad de retener datos. Para protegerla, se recomienda mantener horarios regulares y limitar la exposición a pantallas y estimulantes antes de dormir.
  2. Disminución de la concentración y atención: La falta de sueño afecta la corteza prefrontal, crucial para la atención y el control ejecutivo, mermando la capacidad de foco y procesamiento de información. Se aconsejan pausas activas durante el día para restaurar la energía mental.
  3. Alteraciones en la regulación emocional: El sueño ayuda a equilibrar neurotransmisores como la serotonina y la dopamina. La privación de sueño rompe este equilibrio, aumentando la irritabilidad, la ansiedad y dificultando el control emocional. Técnicas de relajación como la meditación o el mindfulness antes de acostarse pueden ser de gran ayuda.
  4. Reducción de reflejos y tiempos de reacción: Dormir poco ralentiza la transmisión de señales en el sistema nervioso central, afectando reflejos y coordinación motora, lo que incrementa el riesgo de accidentes. Es esencial crear un ambiente adecuado para un sueño continuo y profundo, libre de estímulos.
  5. Impacto negativo en la salud mental a largo plazo: La falta continua de sueño altera la producción de hormonas y neurotransmisores que influyen en el estado de ánimo, elevando el riesgo de desarrollar o empeorar trastornos como la depresión y la ansiedad. Dada la relación bidireccional entre sueño y estado de ánimo, es crucial consultar a profesionales de la salud ante problemas persistentes para establecer una buena higiene del sueño.
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