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Las gentes de la montaña son conscientes de su ubicación, de las dificultades de acceso a sus localidades y de los problemas que ello genera, pero no es esa su principal preocupación. Ellos se consideran guardianes del territorio, mantenedores del paisaje, parte de su ecosistema, y así quieren que siga siendo.
En estos días comparten muchas charlas con visitantes, turistas y gente del pueblo que viene a pasar estos meses de verano, y el día a día se les hace más ameno, se forman corrillos y las charletas son frecuentes, pero la labor no para, ahora es tiempo de hierba y ese es uno de sus recursos principales para alimentar al ganado para el invierno que ya llegará.
Su principal queja reside en las trabas, papeleos, burocracia al fin y al cabo que cada día es mayor, más digitalizada y complicada, y eso les lleva un tiempo que no quieren perder. Consideran que las normas las escriben quienes desde sus oficinas en la capital no han pisado el campo más que para sacarse fotos, que sus conocimientos no se tienen en cuenta a la hora de gestionar el territorio, y que solo se cuenta con ellos para charlas, cursos y… más papeleo.
El reciente reconocimiento para las montañas de León como SIPAM (Sistemas Importantes del Patrimonio Agrícola Mundial) nos les ha traído nada nuevo, mucho se ha hablado de ello, pero siguen sin escucharlos.
Las montañas sin ellos no serían para nada como las conocemos o transitamos actualmente, sus ganaderías en extensivo mantienen la diversidad vegetal, se limpian los caminos y se previenen los incendios.
Sin olvidar la apicultura. Las colmenas facilitan la polinización y la producción de frutos silvestres y hacen que funciones toda la red trófica desde su base, además de iniciar a muchos jóvenes en un sector creciente pero que se encuentra con las mieles de importación como principal obstáculo.
Estrategia Estatal de Fomento de la Ganadería Extensiva.
Es por ello por lo que desde España Vaciada consideran que la ganadería en extensivo sí que está en peligro de extinción y necesita una estrategia que coordina esfuerzos y escuche al sector, que facilite los trámites, que certifique los productos obtenidos de la ganadería extensiva y que se promocionen en la sociedad por los beneficios que otorgan no solo a sus consumidores, sino también al lugar donde se producen. Que sus productos entren a formar parte de los comedores escolares, hospitalarios y sociales.
En definitiva, que se ponga en valor el trabajo que se hace en nuestras montañas, así como los productos que se obtienen.