El coste de la electricidad, más que una cifra económica, es un barómetro del bienestar social. Los últimos datos de Red Eléctrica de España para este viernes, 7 de noviembre de 2025, revelan una realidad de doble filo: si bien el precio promedio del megavatio hora (MWh) se sitúa en 68,22 euros, manteniéndose por octavo día consecutivo por debajo de la marca de 100 euros, las oscilaciones internas representan una seria amenaza para la economía de los hogares y el pequeño comercio.
La cifra promedio es engañosa. Ayer jueves, el precio medio en el mercado mayorista ascendió un significativo 45,1% respecto al día anterior, situándose en 40,25 euros/MWh. Más preocupante aún es la brecha entre el momento más económico y el más costoso del día. Mientras que la madrugada (4:00 – 5:00 horas) ofrece un respiro con 70,44 euros/MWh, la hora punta del consumo (19:00 – 20:00 horas) se dispara hasta los 281,3 euros/MWh.
El acceso a la energía como un derecho fundamental
El contraste entre estos extremos tarifarios subraya la importancia crítica de mantener un precio de la luz asequible y estable. La electricidad es un servicio esencial, un derecho básico que sustenta la vida moderna: desde la calefacción y la conservación de alimentos hasta la educación a distancia y el teletrabajo. Un precio volátil o excesivamente alto obliga a los consumidores, especialmente a los más vulnerables, a realizar «malabarismos energéticos», modificando drásticamente sus hábitos o, peor aún, incurriendo en la temida pobreza energética.
Los expertos ya aconsejan estar «atentos a los horarios» para programar electrodomésticos, una recomendación que, si bien promueve el ahorro, expone la fragilidad del sistema y la carga impuesta sobre el consumidor final. Un sistema energético justo debería garantizar un coste razonable sin la necesidad de una vigilancia horaria constante.
Desafíos del mix energético y la dependencia del gas
El repunte actual, que eleva el promedio de un día para otro, se explica por factores como las paradas programadas de centrales nucleares y el descenso en la generación eólica e hidráulica. Este déficit ha forzado un aumento en la quema de gas en los ciclos combinados, cuya aportación se disparó un 80,4%. Como resultado, la generación con gas lidera el mix eléctrico con un 23,5%, una situación no vista desde septiembre de 2023.
La dependencia del gas, una fuente volátil en el contexto geopolítico, es un recordatorio de que la transición hacia una matriz energética más verde y estable es imperativa, no solo por razones climáticas, sino por una cuestión de seguridad y justicia económica.
La importancia del PVPC y los mecanismos de amortiguación
Afortunadamente, el nuevo método de cálculo del Precio Voluntario para el Pequeño Consumidor (PVPC), vigente desde 2023, busca mitigar los picos introduciendo una cesta de precios a medio y largo plazo. Este mecanismo es crucial para evitar las «fuertes oscilaciones» y proteger al pequeño consumidor de los vaivenes diarios del mercado.
No obstante, la lucha por un precio de la luz justo no termina en el PVPC. Es imperativo que las políticas energéticas continúen profundizando en la inversión en energías renovables (la fotovoltaica ya demostró su capacidad para amortiguar el alza del gas con un aumento del +45,4%), la mejora de la eficiencia y el desarrollo de mecanismos que aseguren que el suministro eléctrico no sea nunca un factor de exclusión social.
Mantener el precio de la luz a raya es una obligación del Estado y un pilar de la cohesión social. La energía debe ser accesible para todos.
