Descubierto durante el verano de 2025 por el programa de sondeo ATLAS, el cometa 3I/ATLAS ha pasado rápidamente de ser una simple detección astronómica a convertirse en el centro de un intenso debate científico. Identificado oficialmente por la NASA como el tercer objeto interestelar confirmado en nuestro sistema solar, 3I/ATLAS se distingue por una característica fundamental: su velocidad es incompatible con la de los cuerpos celestes que giran alrededor del Sol. Su trayectoria y velocidad confirman que no está ligado gravitatoriamente a nuestra estrella, lo que lo convierte en un auténtico viajero de otro sistema estelar.
Según explicó Michael Kueppers, astrofísico de la Agencia Espacial Europea (ESA), la naturaleza de 3I/ATLAS ha motivado el lanzamiento de un programa de observación focalizado, una respuesta directa a las anomalías que presenta el objeto. Al igual que sus predecesores (‘Oumuamua’ y 2I/Borisov), 3I/ATLAS es un núcleo helado envuelto en un halo luminoso de gas y polvo, mostrando señales clásicas de actividad cometaria, incluida la detección de hielo de agua.
Aceleración inexplicable y la hipótesis artificial
Sin embargo, el comportamiento del cometa ha sorprendido a la comunidad astronómica. Se ha detectado una aceleración inusual en 3I/ATLAS que, según los expertos, no puede explicarse únicamente mediante las leyes físicas conocidas, tales como la desgasificación normal de un cometa. Esta aceleración, cuya detección neta se sitúa en unas robustas 3,7 desviaciones típicas, ha abierto la puerta a una serie de hipótesis, incluida la posibilidad de un origen artificial.
La comunidad científica sigue de cerca otros rasgos peculiares, como su brillo azul al acercarse al Sol y su trayectoria que lo lleva peligrosamente cerca del plano orbital de los planetas, rozando Marte y Venus, con un acercamiento previsto a Júpiter en marzo de 2026.
La postura controversial de Avi Loeb
El astrofísico teórico de la Universidad de Harvard, Avi Loeb, se ha erigido como el principal defensor de la hipótesis de un origen inteligente. Loeb, director del proyecto Galileo, publicó un artículo especulando que los rasgos «anómalos» de 3I/ATLAS podrían indicar la existencia de tecnología extraterrestre. Entre sus argumentos se incluyen:
- Gran tamaño y masa: Comparable, según sus estimaciones, a la masa del asteroide que extinguió a los dinosaurios, siendo un millón de veces superior a ‘Oumuamua’.
- Aceleración no gravitacional: Un fenómeno que, para él, sugiere una posible propulsión.
- Trayectoria anómala: Su alineación con el plano eclíptico.
Para Loeb, «este visitante cósmico podría cambiar la historia de la humanidad», y defiende su hipótesis como un «ejercicio interesante en sí mismo» dentro de la búsqueda de inteligencia extraterrestre.
El consenso y la llamada a la evidencia extraordinaria
A pesar del entusiasmo de Loeb, el consenso entre otros investigadores se inclina firmemente por una explicación natural. Científicos como Chris Lintott, de la Universidad de Oxford, han expresado su «decepción» ante las especulaciones sobre un origen alienígena, mientras que Darryl Seligman, quien dirigió el primer estudio sobre el objeto, afirmó que las observaciones telescópicas muestran «señales clásicas de actividad cometaria».
La astrónoma Samantha Lawler resumió la postura crítica al señalar que «afirmaciones extraordinarias requieren evidencia extraordinaria», argumentando que la presentada por Loeb no cumple con este estándar.
No obstante, el hallazgo y las subsecuentes controversias que rodean a 3I/ATLAS han reavivado la carrera por la búsqueda de vida y tecnología extraterrestre. El cometa, con sus peculiaridades y su riesgo potencial (el consejero delegado de Space X y Tesla, Elon Musk, ha especulado sobre las consecuencias catastróficas de una colisión, dadas sus inusuales composición y tamaño), ha abierto un nuevo capítulo que obliga a la ciencia a plantearse si lo anómalo es solo una rareza cósmica o el indicio de algo mucho más grande.