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El descanso del artista

Ahora León / Imagen del Día / Texto: V.Vélez / Imagen: S.Arén

Cuando una vez al mes los periódicos, las radios y las televisiones se ponen de acuerdo para despertarnos con un complejo baile de datos y estadísticas sobre el número de parados, se olvidan de reflejar la otra cara de la moneda, la de aquellos que nunca paran. Un drama social perfectamente equiparable a su antagonista, que afecta a millones de personas y que, sin embargo, no llena titulares en los medios de comunicación.

Todos conocemos algún caso de esclavo de su trabajo que arrastra la carga de estar 24 horas al día pendiente de llamadas o realiza voluntarias e interminables jornadas laborales. Trabajar es más que necesario y más que deseable, pero en el descanso es donde cobran verdadero sentido todas esas horas de esfuerzo. La auténtica riqueza que más que en cartillas y extractos bancarios se mide en tiempo, en experiencias y momentos que compartir.

En este tema, como en casi todo, lo mejor es tomar como referencia la prudencia aristotélica de huir de los extremos. Ni vivir para trabajar, ni buscarse la vida para no hacerlo. Pero como esto es un intento de oda al descanso, haremos un alegato en su favor.

Y es que en el descanso está ese café de media mañana que convierte a un perfecto desconocido de tu oficina en una nueva amistad. Qué decir de cuántas bodas habrán hecho posibles esas paraditas para el cigarro, en la que a uno de esos dos todavía extraños se le olvidó su mechero y un “perdona, ¿tienes fuego” encendió la mecha de algo grande. Sin un descanso para disfrutar del bocadillo, ni el fútbol sería lo mismo. Un descanso, que con su compadre la siesta, se ha convertido en patrimonio nacional y en referente de calidad de vida, tomando como formas un sofá con su manta y peli, un domingo sin despertador o una caña bien tirada en la terraza del bar de la esquina. Después de todo, hasta Dios nos lo aventuró como designio divino descansando al séptimo día.

Como si de un pintor renacentista que contempla su obra recién terminada se tratase, cuando Saúl Arén me enseñó está fotografía lo hizo acompañado de un “…y a esta la he llamado El descanso del artista”. Hoy es domingo y qué mejor que predicar con el ejemplo. Hoy no pienso titular. Hoy es tuyo, compañero.

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