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La lucha por las hembras en época de reproducción enfrenta a los babuinos macho de una manera cruel, sobre todo cuando quedan pocas oportunidades. Ante la imposibilidad de ser padres, algunos ejemplares resuelven el problema con violencia con el objetivo de reducir el tiempo de espera para procrear con alguna hembra.
Según un estudio publicado en Proceedings of the Royal Society B, para llegar a sus objetivos, los machos asesinan a las crías engendradas por otros individuos y atacan a las hembras preñadas con un solo fin: provocarles el aborto y así aparearse antes con ellas.
El infanticidio ya se había documentado en leones, delfines o roedores, pero raramente los científicos habían observado feticidio en animales. En los años 80 los investigadores presenciaron la matanza de crías y fetos de su propia especie de mano de dos babuinos macho en el Parque Nacional de Amboseli (Kenia), pero pensaron que eran casos aislados.
Con el tiempo, para explicar este comportamiento, ha predominado la hipótesis que sostenía que la violencia ejercida sobre las hembras las vuelve fértiles de nuevo con mayor rapidez. Las hembras preñadas o lactantes no están sexualmente disponibles para la reproducción hasta pasado un año, salvo si pierden a su joven cría o sufren un aborto. En ese caso están listas para concebir de nuevo a los 41 días.
“Matar a los fetos también reduce el tiempo de espera del macho”, aseguran los investigadores, liderados por la Universidad de Duke (EE UU).
El perfil del ‘maltratador’
Los machos más propensos a cometer violencia doméstica son los que se ven obligados a cambiarse a un grupo donde las hembras fértiles son escasas, en especial los machos que se posicionan rápidamente en los primeros puestos de la jerarquía masculina. Así lo indica Matthew Zipple, científico en la universidad estadounidense y primer autor del trabajo.
Cada poco tiempo, los grupos de babuinos acogen a uno o dos machos que han abandonado a su familia de origen en busca de ocasiones para aparearse y transmitir sus genes, pero la competencia es dura y cuanto más agresivos son, más posibilidades tienen de monopolizar los encuentros sexuales.
En el análisis realizado a una población de babuinos de 1978 a 2015 en Amboseli, los científicos constataron un repunte en el número de muertes infantiles (crías menores de un año) y de abortos durante las dos semanas siguientes a la llegada del nuevo macho al grupo.
Los machos nuevos en el grupo fueron responsables del 2% de las muertes de crías y del 6% de los abortos. El trabajo recalca además que cuando las hembras fértiles no eran muy numerosas, la tasa de asesinatos se triplicaba, y en la mayoría de los casos los machos se reproducían con las madres de sus víctimas
“En las situaciones en las que hay pocas oportunidades, los machos recurren a la violencia para conseguir lo necesario para sobrevivir y reproducirse. Pero cuando las ocasiones son más abundantes, este comportamiento es menos frecuente”, apunta Zipple.
La escasez de hembras fértiles se debe a la carencia de alimentos. De hecho, en estas circunstancias, el grupo de distancia y las hembras tardan hasta un 15% más de tiempo en volver a ser madres, por lo que los machos que no matan esperan incluso más.