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En el año 2021, la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte realizó un estudio y propuesta de conservación de los elementos decorativos de la cúpula de yesería del Santuario de Nuestra Señora de Carballeda, en la localidad zamorana de Rionegro del Puente, que ha llevado a la actuación integral de restauración que ahora se está acometiendo.
La cúpula de yesería del Santuario ha sufrido diversas intervenciones, más o menos afortunadas, para paliar un daño estructural existente desde que el ciclón de 1941 derrumbó la cubierta de la iglesia. Los daños estructurales aparecidos, unido a los problemas de humedad y a los intentos de adecentar la policromía con sucesivos encalados y repolicromías, han dado como resultado una cúpula deteriorada, con peligro de desprendimiento y donde no se aprecia la belleza original de esta obra barroca. Las principales patologías son grietas, faltas de cohesión y pérdidas de material.
El Santuario y su historia
La devoción a la Virgen de la Carballeda, origen del Santuario de Rionegro del Puente, aparece en el siglo XIII ligada al Camino de Santiago Mozárabe Sanabrés. El milagro de la Virgen en auxilio de unos peregrinos que querían cruzar el río se difunde rápidamente, creciendo la devoción a Nuestra Señora de la Carballeda, edificándose así la primera iglesia románica dedicada a la Virgen bajo la cofradía de los Falifos, dedicados a recoger y sustentar imposibilitados, niños expósitos enfermos y huérfanos, así como a asistir a los peregrinos que acuden a Santiago. A lo largo de sus siete siglos de historia, se amplia y mejora el Santuario.
El edificio consta de tres naves, separadas por arcos agudos sobre pilas. El primer tramo de la nave central, sobre la capilla mayor, se cubre con bóveda estrellada de terceletes y combados; el segundo tramo está cubierto por una cúpula de yeserías del siglo XVII y los últimos tramos de las tres naves se cubren con una techumbre de madera del siglo XVI.
A finales del siglo XVII, muchos templos sustituyen sus techumbres de madera de tradición mudéjar por cubiertas de yeso, adquiriendo mayor luminosidad a bajo precio, por lo que, en poco tiempo, el uso de nuevas cúpulas y bóvedas de cañón con lunetos se inundaron de decoración de molduras geométricas, que frecuentemente continuaban por los paramentos del templo. La técnica constructiva también se aligera, usando tabicadas de ladrillo, perdiendo vigencia los abovedamientos pétreos y las armaduras de tradición mudéjar.
En el interior, la cúpula está dividida en ocho secciones por pilastras jaspeadas. En cada segmento se encuentran figuras de niños y grutescos embutidos en motivos geométricos. En el centro se halla el pinjante, un florón decorado con molduras vegetales y del que cuelga la paloma del Espíritu Santo. El tambor alberga cuatro grandes ventanas (tres y un vano) que dan luz a la cúpula. Entre estas hay cuatro figuras femeninas que representan la Justicia, Fortaleza, Templanza y Caridad, virtudes necesarias para la labor encomendada a los Falifos. Bajo una gran cornisa decorada con capiteles, se localizan las pechinas adornadas con relieves de los cuatro evangelistas, San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan. También los arcos torales sobre los que se apoyan las pechinas están decorados con decoración de molduras geométricas.