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29 de septiembre – Día Mundial del Corazón

Con 17,9 millones de decesos anuales y una proyección de 23 millones para 2030, la prevención se erige como el pilar fundamental para proteger la salud del corazón y cerebro.

La enfermedad cardiovascular (ECV) continúa siendo la principal amenaza para la salud global. Los datos son contundentes: 17,9 millones de personas pierden la vida anualmente debido a estas patologías, y las proyecciones son alarmantes, estimándose que la cifra escalará a 23 millones en el año 2030. Esta categoría abarca tanto las enfermedades cardíacas como las cerebrovasculares, impactando dramáticamente la esperanza y calidad de vida en todo el mundo.

En el contexto español, la situación no es menos grave. Las enfermedades del sistema circulatorio fueron responsables del 28,8% de las defunciones en 2018. Las estadísticas revelan un patrón de género preocupante: las enfermedades isquémicas del corazón fueron la principal causa de muerte entre los hombres, mientras que las enfermedades cerebrovasculares lo fueron entre las mujeres.

El 29 de septiembre: Un faro de concienciación

Para combatir esta tendencia ascendente, la comunidad sanitaria dirige sus esfuerzos hacia la concienciación y la acción. El 29 de septiembre se celebra el Día Mundial del Corazón, una fecha crucial que actúa como un recordatorio global: la adopción de pequeños cambios en el estilo de vida puede resultar en una existencia más larga, saludable y plena.

La Fundación Española del Corazón (FEC) lidera numerosas iniciativas conmemorativas. Se han organizado sesiones informativas en centros clave como el Hospital Universitario Rey Juan Carlos, el Hospital Universitario Infanta Elena y el Centro Cultural Pablo Iglesias de Alcobendas. Además, la FEC ha diseñado materiales y juegos interactivos para que los más jóvenes adquieran de forma divertida la costumbre de cuidar su salud cardiaca.

La lucha contra la hipercolesterolemia y el rol del farmacéutico

La ciencia ha confirmado de forma inequívoca la relación causal entre la hipercolesterolemia (colesterol alto) y la cardiopatía coronaria. Al ser este uno de los principales factores de riesgo cardiovascular modificables, las sociedades médicas están intensificando sus programas de detección, evaluación e intervención, tanto en prevención primaria como secundaria.

En esta estrategia, el farmacéutico emerge como un profesional de la salud de primera línea. Su rol es crucial en la prevención de la enfermedad cardiaca, desempeñando dos funciones esenciales. En primer lugar, la identificación proactiva de pacientes con factores de riesgo clave, como la hipertensión, la diabetes y la hipercolesterolemia. En segundo lugar, la promoción de actitudes cardiosaludables y la divulgación de información vital sobre los factores que incrementan el riesgo de sufrir un accidente cardiovascular.

El cambio empieza en casa

La batalla contra la ECV no requiere grandes gestas, sino un compromiso constante con hábitos sencillos pero transformadores. La base está en la alimentación y el ejercicio. Se recomienda una dieta rica en vegetales, legumbres, fruta, pescado, pollo, cereales y aceites vegetales (priorizando el de oliva), complementada con ejercicio físico moderado, regular y mantenido, adaptado a la capacidad funcional de cada individuo.

Otras medidas de prevención clave incluyen animar a los niños a ser más activos, mantener un peso adecuado, abandonar el hábito tabáquico, y controlar rigurosamente la hiperlipemia, la hipertensión arterial y la diabetes mellitus. Finalmente, es vital evitar situaciones de estrés que puedan agravar la patología cardíaca. El poder para cambiar estas estadísticas reside en las decisiones diarias que cada persona toma en favor de su propio corazón.

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