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Puede parecer ciencia ficción, pero es un proyecto que obtiene resultados reales combinando la biología y los ordenadores para prevenir, detectar y tratar enfermedades mediante la creación de nuevos medicamentos. La investigación se está desarrollando en Estados Unidos en un grupo denominado ‘Machine Biology’ de la Universidad de Pensilvania, liderado por el científico español César de la Fuente, que en su día formó parte de la primera promoción de Biotecnología de la Universidad de León (ULE).
Acaba de cumplir 36 años, pero ya es considerado como uno de los más destacados científicos a nivel mundial, y ha recibido una larga colección de galardones y reconocimientos, entre los que se pueden citar el concedido por la American Chemical Society como mejor investigador joven de EEUU, el del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), como uno de los diez mejores innovadores del mundo en Ciencias de la Vida y la Salud, o el Premio Princesa de Girona que se le otorgó el pasado año.
“Guardo grandísimos recuerdos, -explica-, de mi tiempo formativo en la Universidad de León. De las ganas, el entusiasmo y el espíritu aventurero de formar parte de la primera promoción de Biotecnología. Fuimos un gran experimento que salió muy bien gracias al profesorado, a mis compañer@s de clase y a la Universidad de León en su conjunto”.
UN ALUMNO APLICADO QUE SACABA BUENAS NOTAS
Uno de los profesores de César fue el catedrático de microbiología José A. Gil, que le dio clases de las asignaturas de ‘Microbiología Industrial’ e ‘Ingeniería Genética’, en las que sacó dos sobresalientes. Gil comenta que ha seguido con interés el trabajo de su antiguo alumno sobre ‘Machine Biology’, y dice que “es un honor para la Facultad y para la ULE tener un estudiante que haya llegado tan alto”, si bien concluye que el mérito “es todo suyo, no nuestro”.
Por su parte, José Carlos Pena, que fue Decano de la Facultad de Ciencias Biológicas y Ambientales de la ULE entre 2002 y 2009, explica que conseguir implantar el título de Biotecnología, en competencia con otras universidades de la comunidad de Castilla y León, fue una tarea dificultosa que se pudo conseguir gracias a un excelente trabajo, la presentación de una muy buena memoria, y la importancia de contar en León con estudios de ciencias de la vida y también con importantes empresas del ámbito farmacéutico.
Al hablar de César de la Fuente, el que fuera su Decano comenta que es “uno de los excelentes biotecnólogos que han salido de nuestras aulas”, -y añade que-, “los diez grupos de investigación con que contaba entonces la universidad en áreas afines, contribuyeron a su formación”.
José Carlos Pena dice sentir orgullo por “haber podido contribuir a traer los estudios de Biotecnología a nuestra Facultad, lo que fue muy laborioso pero mereció la pena. También se siente agradecido y satisfecho porque Cesar lleve a lo más alto el nombre de nuestra universidad”.
LA INNOVACIÓN ES ALGO ABSOLUTAMENTE ESENCIAL
César es uno de los ciudadanos españoles más premiados del mundo y, aunque en algunas declaraciones ha quitado importancia a ese detalle, lo asume con responsabilidad porque piensa que “puede ser útil para inspirar a los más jóvenes”, y confía poder hacer una buena labor en ese sentido.
Su esfuerzo se centra en la actualidad en avanzar en la intersección entre las máquinas electroquímicas y ordenadores con los sistemas biológicos, área en la que cree que se van a registrar muchos avances, porque “son lugares en los que convergen conceptos y disciplinas distintas, y donde las barreras entre unas y otras se pueden difuminar”.
En su opinión, los ordenadores y la inteligencia artificial pueden ayudar a descubrir medicamentos “sin tener que ir alrededor del mundo buscando en pantanos o en la tierra bacterias y otros microorganismos”. Reconoce que aún se está perfeccionando la manera de traducir la complejidad química para que un ordenador la entienda, pero está convencido de que la innovación “es algo absolutamente esencial”.
Cesar de la Fuente dice que le encantaría “regresar a León algún día, pronto, para dar una charla o lo que sea”, porque recuerda su tiempo en la ULE “con enorme cariño”, y aún sonríe al pensar cuando, camino de sus clases, “pasaba junto a la magnífica Catedral de León”.